CAPITULO VI LIBERTADES DE CONCIENCIA, CULTO Y RELIGION1/ A.
Disposiciones Constitucionales El
Art�culo 120 de la Constituci�n de Nicaragua garantiza la libertad de
conciencia y de cultos en los siguientes t�rminos: �Se
garantiza la libertad de conciencia, la manifestaci�n de todas las creencias
religiosas y la pr�ctica de todos los cultos que no sean incompatible con la
vida e integridad f�sica de la persona humana, o no se opongan a la mora, a las
buenas costumbres o al orden p�blico. Los
actos contrarios al orden p�blico o a la moral que se ejecuten con ocasi�n o
bajo pretexto del ejercicio de un culto, caen bajo la sanci�n de la ley.� Sin
embargo, en la misma Constituci�n, en otra de sus disposiciones, --el Art�culo
71, p�rrafo 3-- se restringen esas libertades al disponerse que: �No
se podr� hacer en ninguna forma propaganda pol�tica por cl�rigos, seglares o
ministros de cualquier culto, invocando motivos religiosos o vali�ndose de las
creencias religiosas del pueblo. En
los templos, adem�s, con ocasi�n de actos de culto o propaganda religiosa, no
se podr� hacer cr�tica a las leyes del Estado, al Gobierno o a los
funcionarios p�blicos en particular.� Tal disposici�n, que se presta a interpretaciones restringidas, podr�a significar una grave limitaci�n al ejercicio de la libertad de culto, especialmente en lo que ata�e a la defensa por parte de los cl�rigos y sacerdotes de la observancia de los derechos humanos, que ellos consideran inherentes a su funci�n religiosa. B.
Manifestaciones de estas libertades en la pr�ctica Durante
su visita, los miembros de la Comisi�n tuvieron oportunidad de entrevistarse
con diversas autoridades de la Iglesia Cat�lica, incluyendo al Arzobispo de
Managua, Monse�or Obando, y al Presidente de la Conferencia Episcopal Cat�lica
de Nicaragua y Obispo de Le�n, Monse�or Salazar, adem�s de varios sacerdotes
cat�licos, los que tanto en Managua como en las ciudades del interior visitadas
por la Comisi�n, prestaron su testimonio respecto a la situaci�n de los
humanos en este pa�s. La Comisi�n,
en cambio, no pudo entrevistarse con representantes de otros credos religiosos. Del
testimonio con los sacerdotes entrevistados, as� como de otras fuentes que la
Comisi�n pudo disponer, puede se�alarse que, si bien estrictamente, el
ejercicio de las libertades religiosas y de cultos se encuentran formalmente
respetadas, de hecho, los sacerdotes y cl�rigos encuentran serias restricciones
para el ejercicio de su ministerio. As�,
en una circular de 9 de septiembre del presente a�o, la Curia Arzobispal de
Managua describe los siguientes casos de abusos cometidos en los �ltimos meses
contra personas e instituciones de la Iglesia Arquidiocesana: �Se
ha herido a la Iglesia especialmente con el ultraje cometido contra los Rvdos.
Padre Jos� Mar�a Gonz�lez, irrespetado a pesar de su venerable ancianidad, y
Donaldo Garc�a L�pez, Capell�n del Ej�rcito, golpeado brutalmente por un
efectivo militar.� �Esta
Arquidi�cesis de Managua denuncia adem�s el allanamiento y ametrallamiento,
por efectivos militares, de la Parroquia San Antonio de Jinotepe, de la Iglesia
San Jos� de Diriamba y Convento de los Padres Franciscanos anexo a dicha
Iglesia; el allamiento reiterado y violento de la Parroquia de la Asunci�n de
Masaya y del Colegio �Don Bosco� de los Padres Salesianos de la misma
ciudad.� �La
Parroquia de Mar�a Auxiliadora y la Iglesia de Santa Mar�a de los Angeles, en
Managua, recibieron impactos de bala de alto calibre disparados por elementos
desconocidos.� En una comunicaci�n posterior, la misma Curia Arzobispal denunci� la expulsi�n, el d�a 8 de septiembre, del Rev. Padre Jos� Mar�a Pachecho, Director del Colegio Don Bosco de Masaya y P�rroco de la Iglesia Santa Magdalena de la misma ciudad. En
otra circular, de 27 de septiembre de 1978, la Curia de Managua volvi� a
denunciar algunos hechos acaecidos con posterioridad al 9 de septiembre,
mencionando, entre otros, los siguientes: �El
se�or Jefe de Radio y TV prohibi� la difusi�n de Circulares enviadas por esta
Curia dici�ndole telef�nicamente al Vicario General que �aunque eran ciertas
las cosas all� expresadas, no pod�an decirse en p�blico porque pod�an
soliviantar los �nimos�. �El
d�a domingo 10 de septiembre fueron apresados y ultrajados de palabras cinco
sacerdotes del Colegio Calasanz de Managua y uno de ellos, el P. Jos� Ma. Saced�n,
fue golpeado f�sicamente. El mismo
Arzobispo Mons. Miguel Obando Bravo fue irrespetado gravemente por soldados en
presencia de sus oficiales, cuando indagaba en la Central de Polic�a sobre el
paradero de los padres del Calasanz. �En
Jinotepe, el Sacerdote Marcial Baltodano, enfermo y de edad avanzada, fue
golpeado y vejado en su casa de habitaci�n, que fue saqueada por los mismos
efectivos militares.� �En
la misma ciudad de Jinotepe fue nuevamente balaceado el templo San Antonio,
poniendo en peligro de muerte al joven sacrist�n de dicha parroquia.
Este templo fue arbitrariamente mandado a cerrar. �Las
Parroquias de San Sebast�an de Diriamba y Asunci�n de Masaya han sido tomadas
por la Guardia Nacional hasta el d�a de hoy.�
Por otra parte, siete miembros del Consejo Pastoral de la Di�cesis de
Estel� relataron a la Comisi�n serios actos de hostigamiento y maltrato que la
Guardia Nacional ha cometido y comete en perjuicio de los campesinos de su di�cesis.
Tales actos tienen las caracter�sticas de una represi�n, que seg�n los
sacerdotes es una manera de perseguir a la iglesia, a la que la Guardia Nacional
se�ala como responsable del descontento general de la poblaci�n.
Tambi�n pudo la Comisi�n observar en varias ciudades y barrios que
visit�, los bombardeos realizados por la Guardia Nacional en perjuicio de
templos e instituciones cat�licas y que fueron denunciados por autoridades de
la iglesia, las cuales aseguraron
que en los templos e instituciones visitadas por la Comisi�n no hab�an
combatientes, lo que conformaron vecinos de cada lugar. Adem�s, la Comisi�n pudo constatar, a trav�s de entrevistas sostenidas con autoridades del Gobierno y muchas otras fuentes, una constante animosidad por parte de las autoridades en contra de la generalidad del clero, en la que su activa preocupaci�n por la defensa de los derechos humanos fundamentales ha sido distorsionada, imput�ndoseles acciones ajenas a su ministerio, con lo cual, de ese modo, se les ha dificultado el ejercicio mismo de �ste. La animosidad en contra del clero llega hasta el hostigamiento, detenciones, muertes y expulsiones del pa�s de sacerdotes. |