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CAPITULO II

 DERECHO A LA VIDA1/

 

 

A.                 Consideraciones Generales

Este cap�tulo se contrae fundamentalmente a los sucesos ocurridos a partir del 9 de septiembre, a ra�z del ataque iniciado ese d�a por el Frente Sandinista de Liberaci�n Nacional contra diversos destacamentos de la Guarida Nacional.  Desde luego, esto no implica que se desconozcan las numerosas denuncias de violaciones al derecho a la vida recibidas por la Comisi�n, acontecidas con anterioridad a esa fecha, las cuales siguen el tr�mite correspondiente.  Con todo, dad su especial gravedad, tambi�n se ha considerado la situaci�n que en a�os recientes ha afectado a numerosos campesinos desaparecidos. 

Por razones de metodolog�a y claridad narrativa se ha decidido distinguir en este Cap�tulo las siguientes circunstancias, a saber: 

1.                 Muertes ocurridas durante los combates y bombardeos.

2.                 Muertes y otros hechos ocurridos a personal de la Cruz Roja.

3.                 Muertes ocurridas posteriormente, durante la llamada �Operaci�n Limpieza�.

4.                 Muertes ocurridas despu�s de terminadas las hostilidades.

5.                 Situaci�n de los campesinos desaparecidos. 

 

B.                 Muertes ocurridas durante los combates y bombardeos

Con el inicio de la lucha armada, el s�bado 9 de septiembre, se desencadenaron en las m�s importantes ciudades de Nicaragua intensos combates que duraron varios d�as.  Como sucede en todo conflicto armado de tal magnitud, ambos bandos, es decir la Guardia Nacional y el Frente Sandinista, sufrieron p�rdida de vidas, as� como un considerable n�mero de heridos2/.   Las bajas de los contendientes ocurrieron como resultado de los combates callejeros, as� como de los bombardeos a�reos y del empleo de artiller�a pesada por parte de la Guardia Nacional. 

La Comisi�n, claro est�, deplora la p�rdida de cualquier vida humana, sin importar las circunstancias que la causaren.  Pero resulta evidente, a la vez, que en lo que concierne a este fundamental derecho a la vida, las partes contendientes tienen el deber de respetar a la poblaci�n no combatiente y que, por lo mismo, se encuentra en estado de indefensi�n para salvaguardar su vida.  Tal debe, como se explicar� en esta secci�n, no fue cumplido por la Guardia Nacional. 

El m�s, el Gobierno de Nicaragua asumi� la solemne obligaci�n de respetar las normas internacionales del derecho humanitario, consagradas especialmente en la Convenci�n de Ginebra sobre Protecci�n de las Personas Civiles en Tiempo de Guerra, suscrita el 12 de agosto de 1949, la cual es tambi�n aplicable a los conflictos armados sin car�cter internacional 3/, y que Nicaragua ratificara el 17 de diciembre de 1953. 4

Antes de su llegada a Nicaragua, la Comisi�n recibi� numerosas comunicaciones en las cuales se alegaba que un gran n�mero de muertes, de heridos, y de p�rdidas materiales entre la poblaci�n civil, se debi� al indiscriminado uso por la Guardia Nacional de los bombardeos a�reos y la artiller�a pesada.  Con el objeto de investigar estas graves denuncias, la Comisi�n se traslad� poco despu�s de su llegada a las ciudades que hab�an sido m�s afectadas por los combates, Estel�, Le�n, Masaya, Jinotepe y Chinandega. 

La Comisi�n recorri� amplia y detenidamente distintos sitios en cada una de esas ciudades, hablando directamente con los moradores de esos lugares y visitando sus casas, y pudo constatar la magnitud de la destrucci�n efectuada por los bombardeos a�reos y la artiller�a pesada, recibiendo abundantes e irrefutables pruebas que ahora obran en sus archivos. 

A t�tulo de ejemplo, se citan a continuaci�n algunos casos de los numerosos recibidos, que sirven para ilustrar esta afirmaci�n.  Es importante se�alar que la Comisi�n investig� un buen n�mero de estos casos, visitando el terreno mismo donde ocurrieron los hechos. 

En Chinandega, la Comisi�n Especial recibi� el siguiente testimonio: 

�Era jueves 14 de setiembre cuando los aviones comenzaron a disparar sobre nuestras casas en el Barrio La libertad.  Est�bamos mi marido, mi hija de cinco a�os y yo agachados en una esquina de nuestra casa, llorando y pensando que ah� nos mor�amos pues las balas y charneles estaban destrozando nuestra peque�a casa de madera.  Decidimos salir y refugiarnos en un sitio seguro; salimos por la cocina, mi esposo con nuestra hijo en sus brazos.  Un avi�n vol� muy bajo, parec�a que ven�a director a nosotros, y dispar� unos cohetes, cay�ndole a mi ni�a en la espaldita y a mi marido que la llevaba.  Adonde yo mir� s�lo vi el coraz�n y tripas de mi ni�a; estaba desbaratada, destrozada.   Mi marido camin� como 30 pasos, ya sin brazos, la sangre sali�ndole por todas partes hasta que cay� muerte.  Ten�a una herida en el pecho; le qued� parte del cohete que volaba humo incrustado en la pierna.  La pierna izquierda s�lo ten�a el hueso pelado. 

�Yo quise levantar a mi ni�a pero estaba deshecha; estaba desesperada.  Corr� y busqu� un brazito y trat� de pon�rselo, trat� de entrarle todo lo que se sal�a pero ya estaba muerta.  Era mi �nica hija, y me hab�a costado tenerla; y la vest�a para las fiestas y la mimaba.  No s� que voy a hacer, me voy a volver loca.� 

Un informe, de 28 de septiembre, de un colegio religioso en la ciudad de Le�n, dice as�: 

�D�a 13, mi�rcoles:  En la ma�ana, un avi�n de la Fuerza A�rea Nicarag�ense (FAN) ametralla Le�n y en la tarde la ciudad es bombardeada con �Rockets� (cohetes) desde el Fort�n de Acosasco dominante al suroeste de la ciudad.  El n�mero de refugiados supera el millar; incluso la capilla es habilitada. 

�D�a 14, jueves:  A las 5 a.m. nace el primer ni�o en el dispensario.  A media ma�ana muere una alumna del �Manuel Ignacio Lacayo� en su propia casa a consecuencia de una bomba lanzada por un helic�ptero FAN; como muchos muertos de Subtiava, es enterrada en el patio de su casa.  Hacia las 2:30 p.m., un avi�n de reconocimiento dice la Guardia Nacional va a realizar �un operativo militar�, que nadie abra sus puertas a los �sanguinarios comunistas� y que la GN no se responsabiliza de lo que pueda suceder.  A las 5 p.m. empieza el bombardeo, los ca�onazos, tiroteos interminables, incendio.  Se ve la luz y nos quedamos sin agua.  La gente duerme apretujada.  Los lloros de los ni�os ponen una nota pat�tica.� 

Una reconocida asociaci�n profesional de Le�n present� a la Comisi�n Especial un escrito, parte del cual expresa lo siguiente: 

�El Jueves catorce, temprano por la ma�ana, pudimos o�r por radio la suspensi�n, decretada por el Gobierno, de todas la s garant�as constitucionales y el establecimiento del estado de sitio, anunciando el ej�rcito por medio de altavoces desde un avi�n y un helic�ptero que la ciudadan�a deb�a permanecer en sus casas con las puertas cerradas y no permitir la entrada a extra�os porque la G.N. iba a combatir.  Hab�an corrido rumores de que el Presidente ordenar�a el bombardeo de la ciudad pero nadie daba cr�dito a tales rumores ya que consider�bamos fuera de lo humanamente posible, el que un ej�rcito bombardeara a su propio pueblo; sin embargo, a eso de las nueve de la ma�ana, varios helic�pteros y aviones, sin poder precisar cu�ntos, sobrevolaron la ciudad y ante el asombro y terror de los leoneses, sucedi� lo imposible.  Los aviones y helic�pteros que bajaban s�bitamente en picada comenzaron a lanzar metralla, bombas y rockets que infundieron el pavor en la poblaci�n civil.  Mientras los civiles permanec�an en sus casas, v�ctimas inocentes de la masacre, los insurgentes se desplazaron a lugares m�s seguros.  La G.N. continu� su obra de destrucci�n y genocidio durante varias horas sobre la ciudad inerme.  Despu�s de un breve per�odo de respiro, al mediod�a, la ciudadan�a at�nita fue v�ctima durante la tarde de un nuevo bombardeo que comenzando cerca de las cuatro y media de la tarde concluy� cerca de las siete y media de la noche.  La luna iluminaba la ciudad y facilit� durante las primeras horas de la noche la continuaci�n del bombardeo�.

 

La Comisi�n pudo constatar que la ciudad de Estel� fue la que mayores da�os materiales sufri�.  Per, sobre todo, es en su aspecto humano donde ocurrieron los mayores estragos.  Algunas fuentes informaron a la Comisi�n que gran n�mero de muertes y heridos tuvo lugar en esta ciudad.  Esta afirmaci�n se hizo a�n m�s evidente para la Comisi�n cuando comprob� que gran parte de los representantes de la sociedad esteliana, en particular, miembros de la Asociaci�n de Abogados, Sociedad M�dica, C�mara de Comercio, Cruz Roja, Cuerpo de Bomberos, Sociedad de Odont�logos, sacerdotes, periodistas y trabajadores se encuentran muertos, heridos, presos, asilados o en el exilio, hostigados o bajo amenaza de muerte.        

En un documento presentado a la Comisi�n por una asociaci�n profesional se relatan los hechos acaecidos en Estel�, de la siguiente manera: 

�El 11 de septiembre, la ley marcial est� impuesta y las garant�as constitucionales suspendidas.  Todas las comunicaciones est�n cortadas.  El comando GN est� sitiado.  La poblaci�n levanta barricadas en las calles.  La Fuerza A�rea (GN) entra en acci�n, bombardeando los barrios el Calvario, San Antonio y Jos� Benito Escobar, matando en esta acci�n a muchos civiles.  La ciudad queda todav�a en poder de las fuerzas insurgentes.  Los enfrentamientos dejan un saldo estimado en 40 muertos.  La poblaci�n civil empieza a saquear algunas tiendas. 

�Huyendo de las destrucciones causadas por los bombardeos, una gran parte de los habitantes busca refugio en los puestos de socorro instalados en edificios de m�s fuerte estructura.  La Cruz Roja est� constantemente hostigada, varios socorristas est�n heridos, las ambulancias ametralladas,  Los heridos son llevados a la fuerza por la GN y luego rematados. 

�El 17 ya no hay luz, ni agua, la ciudad queda totalmente incomunicada; los alimentos y las medicinas escasean.� 

�No se sabe el n�mero exacto de los muertos que quedan insepultados en las calles y en las casas destruidas por los bombardeos de los aviones y de los tanques. 

�En estos d�as se estiman los efectivos de la GN en Estel� en m�s de 1,200 por lo menos, con armamento pesado y tanquetas, m�s el apoyo permanente de seis aviones de combate GN. 

�El 20 de septiembre, cientos de muertos quedan tendidos en las calles y las casas.  La GN tiene la ciudad rodeada y prohibe toda entrada o salida.  Algunas familias logran escapar saliendo de la ciudad destruida por veredas hacia las monta�as. 

�La GN ordena a la poblaci�n de varios barrios, abandonar sus casas para poderlas registrar.  Testigos presenciaron el saqueo sistem�tico que se realiz� antes de la destrucci�n definitiva de las viviendas que fueron quemadas por los elementos GN saqueadores. 

�Despu�s del fuerte ataque del d�a anterior, varios edificios quedan total o parcialmente destruidos, entre ellos el Banco de Am�rica, la iglesia El Calvario, el edificio de la Inmobiliaria y muchas casas por el bombardeo.  Numerosas personas civiles resultan heridas o muertas.� 

�A pesar del fuerte ataque a�reo, la resistencia sigui� fuerte.  Mayor cantidad de gente busca como abandonar la ciudad en llamas.  La GN planea atacar el Hospital y el Colegio de Nuestra Se�ora del Rosario que sirve de asilo a unas 4,000 personas, entre mujeres, ancianos, ni�os y socorristas de la Cruz Roja�. 

�La GN se�ala �oficialmente� m�s de 90 muertos entre �atacantes� civiles.  La entrada de la ciudad est� prohibida a todos los periodistas que no traen una orden firmada por una autoridad superior GN.� 

Un grupo de religiosos, m�dicos, educadores, profesionales y ganaderos de Estel� suscribieron el 18 de septiembre �antes de que terminaran los acontecimientos en esa ciudad�el siguiente relato: 

�Despu�s del conocimiento de los resultados del primer d�a, donde los muertos y heridos no fueron combatientes en su mayor�a, sino que civiles que no pudieron ser atendidos, se trat� de comunicar y lanzar un S.O.S. al exterior para evitar mayor derramamiento de sangre de ambos bandos y la ciudadan�a pero est�bamos incomunicados y con la comunicaci�n interna del tel�fono que apenas quedaba se habl� con el Se�or Comandante Departamental para sepultar cad�veres y atender las distintas necesidades del pueblo, lo que fue deso�do; por los radioaficionados que de alguna manera han podido cooperar se han lanzado al mundo algunos mensajes hasta antes de ser censurados.� 

�Los d�as lunes 11, martes 12, mi�rcoles 13 y jueves 14, se combati� entre los dos grupos por tierra dentro y alrededor de la ciudad, por parte de la Guardia Nacional con el uso de tanquetas y armamentos pesados que han sido usados contra todas las casas por simples sospechas de que pod�an haber elementos combatientes rebeldes.� 

�Los d�as viernes 15, s�bado 16 y domingo 17, a temprana hora, comenzaron a sobrevolar la ciudad aviones de la Fuerza A�rea, que minutos despu�s iniciaron el ametrallamiento por aire, a medida que seg�n parece, la Guardia Nacional avanzaba por tierra, lo que intensific� un ataque a�reo sobre toda la poblaci�n por varias horas en los barrios y alrededores de la ciudad, dando como resultado el terror de gran parte de sus habitantes, que buscando refugio, han sido localizados en puestos de socorro improvisados, ya que las casas de habitaci�n de la ciudad, por su construcci�n, compuesta de techos de cinc o teja y paredes de ladrillo, madera o taqueza, son totalmente inseguras para proteger a sus moradores del ataque al que por tierra y aire ha sido sometida a Estel�.� 

�Con conocimiento de que la mayor parte de los muertos y heridos han sido civiles, ajenos a los grupos combatientes, algunos de ellos han sido atendidos en puestos improvisados de socorro, cl�nicas y el hospital, los cuales operan con grandes dificultades, ya que los socorristas y voluntarios han tenido que realizar los auxilios y ayuda bajo graves riesgos, puesto que no se ha dado tregua ni han sido respetados los emblemas y neutralidad de la Cruz roja, lleg�ndose hasta herir socorristas, ametrallar ambulancias y rematar heridos, todo esto por parte de elementos de la Guardia Nacional.� 

Algunas denuncias de casos individuales recibidas por la Comisi�n Especial en la misma poblaci�n de Estel� dicen as�: 

�La se�ora Reyna Guti�rrez y sus dos hijos tiernos, eran gemelos.  Era una humilde mujer del pueblo, que no ten�a nada que ver con los asuntos pol�ticos.  Ella ten�a a sus hijitos en los brazos cuando fue ametrallada por el avi�n.  Esta mujer ten�a una edad de m�s o menos 30 a�os, muy pobre y viv�a en casa de madera, indefensa y sin alimentos.� 

�Tambi�n fue muerta la se�ora Ana L�pez que ten�a en sus manos la Biblia, pidiendo a Dios clemencia, y all� le lleg� la bomba del avi�n que bombardeaba ocho horas diarias sobre esta ciudad, con la intenci�n de terminar con la ciudadan�a.� 

�Estaba en una casa vecina refugiada, la cual fue atacada por �rockets� de la aviaci�n gubernamental.  La se�ora Ruth Games de Valencia fue herida por un �rocket� que pesaba una libra y dos onzas.  Sus dos ni�as peque�as tambi�n fueron heridas.  El marido fue herido en la frente.� 

�Una enfermera que tambi�n result� herida fue trasladada por la Cruz Roja a Managua.� 

�me quemaron mi casa en presencia de mis hijos y mi marido.  Le suplicamos al guardia que no nos quemara, pero nos contest� que era orden superior de quemar �este pueblo hijo de puta�.  Sacamos el carro y entonces nos pusieron la tanqueta y las ametralladoras y el carro cogi� fuego y gracias a Dios estamos vivos porque nos arrastramos y salimos debajo de las llamas; tambi�n nos quemaron el jeep.  Mi marido anda huyendo de pueblo en pueblo porque tiene orden de captura por ser militante del F.A.O. (Frente Amplio de Oposici�n), pero �l no aprueba la lucha armada, su lucha es c�vica.  A m� y a mi familia s�lo nos qued� el vestido con que and�bamos puestos.  Ahora estoy viviendo donde una amiga que tiene buen coraz�n y me da la comida.  Mi casa estaba en una esquina y cerca de la catedral.� 

�Tambi�n los aviones quemaban las casas.  Tambi�n los guardias andaban con recipientes de gasolina y prend�an fuego.  Esto daba horror.  Todos estamos enfermos de los nervios.  Vivimos d�as horribles.  Veinti�n d�as de angustia, de terror, sin agua, sin luz, sin comida.  En la casa donde est�bamos refugiados lleg� la Guardia a registrar y es el colmo que las alhajas que ten�a puestas, un guardia me las quit�.�  

C.                 Muertes ocurridas a personal de la Cruz Roja 

El d�a 14 de septiembre, la Cruz Roja nicarag�ense, despach� de Managua a Chinandega un convoy con medicamentos y v�veres para atender a las solicitudes de ayuda de esa ciudad.  Integraban el convoy una ambulancia ocupada por el Dr. Leopoldo Navarro, Secretario General de la Instituci�n y Director del Departamento M�dico, y dos miembros de la guardia permanente, con medicamentos, y una camioneta �la unidad 38--- con v�veres, ocupada por los socorristas Jos� Dolores Estrada Granizo y Marvin Alberto Flores Salazar.  Ambos veh�culos iban identificados con las insignias de la Cruz Roja y banderas de la misma. 

A continuaci�n se presenta un relato de la Cruz Roja de Nicaragua sobre lo acontecido en ese viaje: 

�Se hab�a obtenido la autorizaci�n correspondiente del Presidente de la Rep�blica para la misi�n.  Recib� fotocopia de este documento y a las 14:00 horas iniciamos nuestra marcha hacia Le�n.  Tomamos la vieja carretera y no tuvimos ning�n contratiempo durante el recorrido.  Aproximadamente a las 15:15 horas llegu� al empalme de la carretera Le�n-Chinandega, m�s o menos en el kil�metro 90, en donde una patrulla de la Guardia Nacional nos impidi� el paso.  El oficial me inform� que no podr�amos seguir adelante porque:  �est� inc�moda la situaci�n�.  Mostr� la autorizaci�n del gobierno y el oficial se comunic� que a pesar de �sta no era posible seguir, ya que hab�a recibido en �ltimos momentos �rdenes contrarias.  Di instrucciones a la unidad 38 de que me siguiera e inici� el regreso a Managua.� 

�Aproximadamente en el kil�metro 78 de la carretera Le�n�Managua encontr� un convoy militar integrado por 3 yipones (jeep grandes)  de la Guardia Nacional, con personal y armamento.  Le dije al chofer que disminuyera la velocidad y el convoy pas�.  Momentos despu�s, el chofer me dijo que hab�a perdido la vista a la unidad 38, que ven�a detr�s de nosotros.  Llam� por radio a la unidad tres veces y al no obtener respuesta, le indiqu�, al chofer que detuviera la marcha y le orden� que nos regres�ramos a Le�n para ver qu� es lo que hab�a sucedido.  A los dos kil�metros aproximadamente vimos nuestra unidad estacionada en la carretera con los vidrios rotos y salpicada de sangre.  Nos detuvimos a unos 30 metros de la misma y observamos que no se ve�an personas en �l.� 

�Al iniciar nuestro regreso a Managua, aproximadamente a 200 metros de nuestro pick-up ametrallado, apareci� un helic�ptero militar que arroj� una r�faga de metralla.  Orden� al chofer que bajara la velocidad ya que pens� que la agresi�n era contra nosotros.  El helic�ptero volvi� a pasar y ametrall� dos veces m�s haciendo saltar las hojas de los �rboles muy cerca de nosotros.  Inmediatamente me baj� e hice se�ales con bandera de la Cruz Roja.  El helic�ptero prosigui� haciendo c�rculos sobre nosotros, pero ya sin disparar, hasta que lleg� una patrulla de Guardia Nacional proveniente de Le�n con 2 veh�culos y aproximadamente 20 guardias nacionales.  Se bajaron, nos enca�onaron con sus armas y ordenaron a dos miembros de la patrulla que entraran en la ambulancia y le dieron instrucciones de que a la menor muestra de hostilidad dispararan primero al chofer y luego al viejo (el Dr. Navarro) y nos comunicaron que �bamos detenidos a Le�n.  Al pasar frente a la unidad 38 le ped� al chofer que pasara despacio y pudimos observar que los socorristas yac�an sobre el asiento delantero heridos o muertos, uno sobre el otro.  El chofer estim� que los dos estaban muertos.� 

�En ese momento llegaban dos patrullas procedentes de Le�n, quienes nos detuvieron y ordenaron el registro de los veh�culos y uno de los miembros de la patrulla dijo que desde nuestro pick-up hab�an disparado a un Teniente de la guardia nacional heri�ndole, otro dijo que lo hab�an matado.  El resultado del registro fue que solamente encontraron medicinas y v�veres. 

�Nos autorizaron regresar a Managua y uno de los soldados rasos me dijo en voz baja �que hab�a sido un gran error�.  Yo pregunt� si pod�amos llevarnos a Managua a los dos compa�eros ya plenamente confirmados muertos y ante la respuesta afirmativa, procedimos a trasladar de la pick-up a la ambulancia los cad�veres de los socorristas Jos� Dolores Estrada Granizo y Marvin Alberto Flores Salazar, quienes ten�an destrozada la cabeza a causa de las balas recibidas.  Decidimos dejar abandonada en la carretera la pick-up hasta segunda orden e iniciamos el regreso a Managua sin ning�n contratiempo llegando a la base aproximadamente a las 17:30 horas, en donde reinaba gran consternaci�n por los sucesos ocurridos�. 

La Comisi�n tiene en su poder varias fotograf�as del estado en que quedaron la camioneta y los cuerpos de los socorristas.  En estas fotos se pueden contar f�cilmente m�s de 70 impactos de bala en la camioneta, algunas de grueso calibre.  Los cuerpos quedaron considerablemente destrozados. 

Sobre este incidente, la Comisi�n tambi�n recibi� una grabaci�n que obra en su poder y que considera importante transcribir, en lo relevante, en su totalidad.  Los interlocutores del di�logo son el Coronel Humberto Corrales, Jefe del Estado Mayor Presidencial y el Mayor Anastasio Somoza, hijo del Presidente Somoza y Director de la Escuela de Entrenamiento B�sico de Infanter�a (EEBI).  El Mayor Somoza se encontraba en ese momento en la ciudad de Le�n al mando de sus tropas, encargado, seg�n informaci�n recibida, de las operaciones de �limpieza� de esa ciudad.  �El di�logo dice as�:

... 

Cnel. Corrales:  

o�me, te llamo porque hay un clavo y quiero saber qu� es lo que pas�, para saber qu� es lo que invento.

Mayor Somoza:  

aj�, cu�l es el clavo?

Cnel. Corrales:  

un helic�ptero atac� a una camioneta de la Cruz Roja, la que yo mand� a avisar a tu comando que iban a pasar, entonces se regresaron a Managua, en un convoy que iban una parte para Le�n y otra para Chinandega.  Cuando ven�an de regreso los atac� un helic�ptero y mat� a dos en la camioneta de la Cruz Roja.  No te hab�an informado eso?

Mayor Somoza:  

Lo que nos informaron a nosotros es la ambulancia No. 18 del Cuerpo de Bomberos, verdad?, se la hab�a robado esta gente.

Cnel. Corrales:  

S� pero no, pero la ambulancia no era la No. 18 ni era nada, sino que fue a la camioneta, Tacho, a una camioneta pick-up de la Cruz Roja.

Mayor Somoza:  

Ah� lo que pas� es que la gente ven�a de Le�n, ven�a de Managua, verdad?

Cnel. Corrales:  

S�,

Mayor Somoza:  

y entonces, se hab�a o�do la cosa de la ambulancia, que iba para Managua, entonces vieron pasar los dos veh�culos juntos y abrieron fuego, entonces, no le pegaron a la ambulancia, le pegaron a la camioneta.

Cnel. Corrales:  

Pero, yo avis� que iba a ir ese convoy Tacho?

Mayor Somoza:  

Yo no sab�a nada.

Cnel. Corrales:  

hombre, a Rivera lo llam� personalmente y le dije: inf�rmele usted al mayor Somoza porque hay que avisarle a los retenes, ellos fueron hasta la entrada de Le�n sin ning�n problema, Tacho?

Mayor Somoza:  

s�, de ah� yo los devolv�.

Cnel. Corrales:  

eso es, pero es decir todo el mundo sab�a, yo lo inform� al Capit�n Riviera que te informara a vos que esa gente iba, para que le informaras a los retenes que estaba autorizada.

Mayor Somoza:  

los retenes no le dispararon, los que dispararon fueron...

Cnel. Corrarles:  

No, yo s�, pero ahora yo lo que quiero saber es qu� fue lo que pas�? por qu� le dispararon? Porqu� es decir a m� me han llamado, ellos quieren saber, y me han metido en un clavo de gran puta pues,

Mayor Somoza:  

deciles simplemente de que en Le�n verdad?

Cnel. Corrales:  

s�,

Mayor Somoza:  

se hab�an robado la ambulancia

Cnel. Corrales:  

s�,

Mayor Somoza:  

te lleg� el informe que se hab�an robado la ambulancia del cuerpo de bomberos,

Cnel. Corrales:  

aj�,

Mayor Somoza:  

y que entonces la ambulancia del cuerpo de bomberos, iba para Managua entonces los agarr� la patrulla que ven�a para all�, entend�s?

Cnel. Corrales:  

juelegranputa, al� (interrupci�n)

Mayor Somoza:  

verdad? Entonces cuando vieron pasar la ambulancia

Cnel. Corrales:  

es decir, yo lo que voy a decir es que la patrulla no pens� que vinieran tan pronto de vuelta tan r�pido.

Mayor Somoza:  

es que la patrulla no sab�a quienes eran, lo que pasa es que cuando el comando de Le�n mand� la noticia diciendo de que una ambulancia hab�a sido robada y que la hab�an tomado un grupo de guerrilleros.

Cnel. Corrales:  

all  right.

Mayor Somoza:  

entend�s?

Cnel. Corrales:  

okey

Mayor Somoza:  

cuando la patrulla la localiz�, entend�s, se le pas� la ambulancia, y como ven�an dos veh�culos juntos, entonces le ba�aron el pico a la de atr�s,?

Cnel. Corrarles:  

Okey.

Mayor Somoza:  

entend�s? Dec�s que la ambulancia se la hab�an robado con dos cad�veres de guardias, entonces Le�n tir� eso al aire, lo agarr� la patrulla que ven�a de all� para ac�?,

Cnel. Corrales:  

s�,

Mayor Somoza:  

y entonces, Gracias a Dios no le pegaron a la ambulancia, pero a la camioneta de atr�s la ba�aron el pico, entend�s?

Cnel. Corrales:  

s�,

Mayor Somoza:  

ahora, no murieron ninguno de los de la ambulancia.

Cnel. Corrales:  

no, pero en la camioneta que era de la Cruz Roja, murieron dos,

Mayor Somoza:  

correcto, por eso la ambulancia pas� y cuando vieron pasar la ambulancia dijeron ah� va! Y entonces el comienzo del convoy le dispar� a la de atr�s, y entonces, la camioneta se apur�, ambulancia pues, y entonces le abrieron fuego, entend�s?

Cnel. Corrales:  

Bueno,

Mayor Somoza:  

fue la patrulla,

Cnel. Corrales:  

all right.

Mayor Somoza:  

No son los helic�pteros los que est�n atacando, sino que los del comando de Le�n avisaron por radio que se hab�an robado una ambulancia.  Era azul la camioneta?

Cnel. Corrales:  

s�, era azul.

Mayor Somoza:  

Okey, porque tambi�n avisaron que hab�a una camioneta azul que estaba trasbordando a la gente de los guerrilleros, entend�s? Ahora yo s� que era una camioneta Datsun color azul?

Cnel. Corrarles:  

s�,

Mayor Somoza:  

pero ellos no vienen oyendo Datson ni nada, ellos oyen lo de la ambulancia,

Cnel. Corrales:  

correcto,

Mayor Somoza:  

ponen dos y dos son cuatro y pangan.

Cnel. Corrales:  

yo voy a llamar ahorita pues al se�or ese Shibley

Mayor Somoza:  

deciles pues, que lo siento mucho pero, no le digas que lo siento mucho pues verdad?

Cnel. Corrales:  

No, yo no, yo no tengo que decir qui�n es, yo tengo que decir que habl� con el comandante operacional.

Mayor Somoza:  

Exacto, no y decile, que el comando de Le�n tir� la noticia al aire.

Cnel. Corrales:  

okey,

Mayor Somoza:  

que iba una camioneta azul y una ambulancia.

Cnel. Corrales:  

es que ellos desde el momento que pas� me est�n jodiendo y yo le dije, mire, yo no puedo interrumpir, porque todo el mundo est� comatiendo aqu�, verdad? Yo no puedo estar interrumpiendo la red para lo que pas�; yo le prometo a usted hacer una investigaci�n y decirle exactamente lo que pas�.  Tenga usted la plena seguridad que tiene que haber una cosa de lo m�s extra�a para que eso puede haber pasado, ves?

Mayor Somoza:  

No, nosotros ya hicimos las paces con la Cruz Roja, pero deciles a ellos que insisten los guerrilleros, en usar ambulancias de la Cruz Roja.

Cnel. Corrales:  

Okey, perfecto.

Mayor Somoza:  

oistes?

Cnel. Corrales:  

all right Tacho, o�me te deseo suerte, mucho cuidado no and�s jodiendo por all�, oiste?

Mayor Somoza:  

olv�date, hoy me pas� mi trazadora cerca.

Cnel. Corrales:  

buenos, pues, no and�s de baboso.

Mayor Somoza:  

Okey.

  

          Este di�logo confirma, en lo esencial, el relato de la Cruz Roja nicarag�ense y, adem�s, que la Guardia Nacional estaba bien informada de la existencia y de los movimientos del convoy de la Cruz Roja, por lo que el ataque que sufri� no tiene excusa.  La versi�n sobre los hechos inventada por el Mayor Somoza y que orden� difundir en el di�logo con el Coronel Corrales, es otro ejemplo m�s del irrespeto a la Guardia Nacional, a la Cruz Roja, a sus miembros y a sus actividades humanitarias. 

          La Comisi�n tiene tambi�n informes acerca de dos socorristas heridos en Chinandega habi�ndoseles impedido plena atenci�n m�dica.  Asimismo, se le comunic� que en enero/febrero de 1978 una ambulancia de la Cruz Roja que llevaba a un ni�o enfermo, a su madre y a un socorrista, fue ametrallada por Guardias del Fort�n de la P�lvora.  Igualmente, fue informada que en Managua la Salud P�blica y el Hospital V�lez P�iz tienen ambulancias que llevan pintado el emblema de la Cruz Roja y que en el Barrio Open No. 3 ambulancias del Gobierno con el emblema de la Cruz roja fueron utilizadas para transportar guardias, creando por ello recelo y confusi�n en la poblaci�n respecto a la Cruz Roja.  En Estel� una persona herida que era auxiliada por la Cruz Roja. Fue ametrallada mientras estaba en la camilla.  En Diriamba la Guardia Nacional golpe� 4 socorristas y los despoj� del dinero que llevaban. 

D.            Muertes ocurridas inmediatamente despu�s de los bombardeos, durante la llamada �Operaci�n limpieza� 

Al finalizar los bombardeos, la Guardia Nacional llev� a cabo una operaci�n militar, la cual se ha venido a conocer como �Operaci�n Limpieza�, con el objeto de aniquilar los �ltimos focos de resistencia.  De acuerdo a las denuncias recibidas por la Comisi�n, a�n antes de que ella viajara a Nicaragua, en ese operativo la Guardia Nacional atac� cruelmente, llevando a cabo numerosas ejecuciones sumarias de personas no combatientes, por el solo hecho de habitar en barrios o caser�os donde hab�an actuado miembros del Frente Sandinista.  As�, se se�alaban, entre otros lugares, a Monimb� en Masaya, Subtiava y Fajas Williams en Le�n, el Calvario de Estel�, y Colonia Venerio de Chinandega. 

          Como se ha mencionada en otras partes de este Informe, la Comisi�n visit� todos estos lugares, hablando con los residentes de los sitios afectados y entrando en contacto con los deudos y vecinos de las personas cuyas muertes se hab�an denunciado.  Asimismo, visit� diferentes sitos donde todos los indicios corroboran el hecho de que en esos lugares existen fosas comunes de poca profundidad en las cuales se encuentran enterradas varias personas. 

          Todas las pruebas recogidas por la Comisi�n, la han llevado a la conclusi�n de que la Guardia Nacional de Nicaragua actu� durante la fase denominada �Operaci�n Limpieza� con un marcado desprecio por la vida humana, fusilando a numerosas personas, en algunos casos ni�os, en sus propias casas o al frente de las mismas y en presencia de sus padres y hermanos. 

          A continuaci�n, se transcriben, a t�tulo de ejemplo, algunas de estas denuncias. 

          En Matagalpa, donde el alzamiento insurreccional se inici� a fines de agosto, el 30 de agosto, en plena  �Operaci�n Limpieza� uno o varios combatientes del Frente Sandinista, mientras hu�an de la persecuci�n de efectivos de la Guardia Nacional, entraron por la puerta principal del Hotel Soza de esa ciudad, y salieron inmediatamente por la parte de atr�s.  Poco despu�s llegaron los solados, y la denunciante, �nica sobreviviente de los hechos, relata lo siguiente: 

�El d�a 30 de agosto, aproximadamente a las 11:30 de la ma�ana en Matagalpa, en mi casa conocida como �Hotel Soza�, hicieron interrupci�n, disparando, m�s o menos 30 guardias de los que dicen pertenecer al EEBI, y ordenaron a todos lo que est�bamos en la casa, al fondo, sali�ramos con las manos arriba a la sala principal de la misma casa.  Est�bamos en la casa, mi se�ora madre, Tina Ar�uz de Soza, mi cu�ado Harold Miranda, la empleada Nubia Montenegro, y un hu�sped, Alfredo Lacayo Amador, y la que suscribe la presente declaraci�n.  A medida que iban saliendo iban tambi�n siendo ametrallados.  Yo que ven�a detr�s de mi madre, salt� a la casa vecina y me pude ocultar en el basurero, ocultada por el cuerpo de mi madre.� 

�Pase todo el d�a escondida en el basurero, es decir 24 horas ocult�ndome detr�s de unas tablas podridas a escasos pasos de los guardias que siguieron disparando para abatir todas las puertas.  Pude oir que gritaban: eran cinco, d�nde est� el otro?� 

�Y pude ver como a mi madre la seviciaron despu�s de ametrallarla abri�ndole el abdomen con la bayoneta.  A mi cu�ado le cortaron los genitales y se los pusieron en la boca.� 

�A mi madre le quitaron sus prendas, a mi cu�ado un reloj que andaba y hasta las llaves del carro.  Y de la casa se llevaron unos 8,000 c�rdobas que mi se�ora madre ten�a escondidos debajo de un colch�n.  Despu�s de haber saqueado toda la casa y no encontrado ni armas ni guerrilleros, un miembro de la guardia exclam�: �Los jodimos de pura cho�a�. 

�Yo pude salir al d�a siguiente a los hechos ayudada por unos amigos que me llevaron unas prendas en enfermera para no ser reconocida.  A los pocos d�as lleg� una orden de captura masiva al comandante de la Polic�a de San Dionisio, donde se encontraba mi se�or padre, contra toda la familia Soza.� 

�Antes de que pudieran llegar a aprendernos, mi se�or padre nos llev� a otro lugar.� 

En Masaya la Comisi�n Especial recibi� los siguientes testimonios ocurridos con ocasi�n de la �Operaci�n limpieza�: 

�El 9 de septiembre de 1978 entr� el Frente Sandinista al pueblo de Masaya, teniendo completamente tomada la ciudad, y el 11 de septiembre vino la GN a bombardear la casa de habitaci�n con una tanqueta.  Esta qued� completamente inhabitable; en la misma perdieron la vida la Sra. Mar�a Sequeira y su hijo de a�o y medio, que lo ten�a en sus brazos.  Despu�s de bombardear su casa y matar a la Sra. Sequeira, acto seguido se fueron a un negocio de la Sra. Sequeira, de cerveza, bebi�ndose todas las cervezas.� 

�El 11 de septiembre, efectos de la GN sacaron de su casa de Mario y Alcides L�pez, a las 2 de la tarde, y los golpearon.  Se los llevaron y al d�a siguiente los encontraron como a tres cuadras de la casa en la calle, muertos a tiros.� 

�A las 4 p.m. del 11 de septiembre de 1978, Gloria Mar�a fue a observar a 200 varas de su casa, donde estaba reunida con su infante y con su esposo, unas columnas de humo que proven�an de la ciudad de Masaya.  Su casa es una finca distante a 4kms. De Masaya.� 

�La veo que es baleada por un miembro bien equipado que era dif�cil observarlo en el potrero por su color verde, recibe un balazo en la rodilla de la pierna derecha, un poco arriba, luego, boca arriba ella pide clemencia a Dios por su hijo y les ruega que la lleven donde su esposo ---que corre desesperadamente a auxiliarla---.  El mismo asesino de la EEBI, en operaci�n �limpieza� ordenado por Somoza, le contesta: �donde Pedro Joaqu�n te voy a enviar� le dispara a sangre fr�a tres disparos (1) en su seno derechos, (1) en el pecho por el estern�n, (1) en el ombligo.  Muerta fue arrastrada en su propiedad y mandada a la morgue.  La GN puso obst�culos para que la enterr�ramos a las 3 p.m. del 12 de septiembre de 1978.� 

�El d�a 12 de septiembre como a las 9 de la ma�ana, sali� de su casa, a buscar refugio, Manuel, de 43 a�os, acompa�ado de sus tres hijos, Omar (24 a�os), Salvador (14 a�os) y Mauricio (13 a�os).  Iban con banderas blancas y atr�s ven�an las mujeres; cuando se encontraban en su camino los agarraron miembros de la Guardia nacional entre los cuales hab�a varios orientales a quienes no se les entend�a lo que hablaban.  Les dispararon sin preguntarles nada y cayeron todos (iban con bandera blanca tratando de salir de Masaya para una finca debido a la pelea; m�s atr�s de los cuatro ven�a el resto de la familia tambi�n con bandera blanca).�

�Murieron inmediatamente Omar y Salvador.  Mauricio cay� herido en una zanja.  Manuel, al caer, solamente qued� herido en las piernas y al acerc�rsele los guardias implor�, cubri�ndose la cara con las manos, que no lo mataran, pero ah� mismo le dispararon cercen�ndole las manos y parte de los brazos.  El resto de la familia que ven�a atr�s presenci� todo.  Ese d�a no las dejaron (a las mujeres) recoger los cad�veres.  Al d�a siguiente s� los recogieron y encontraron m�s de 300 c�psulas en el lugar.  Los llevaron a su casa y los enterraron en el patio de la casa.� 

Del antes citado informe de una asociaci�n profesional de Le�n, transcribimos los siguientes p�rrafos: 

�El 15 de septiembre la GN anunci� una operaci�n de �Limpieza en la ciudad y prohibi� a los ciudadanos, algunos de los cuales ya no saldr�an nunca, el abrir las puertas y salir de sus casas.  Es doloroso el comprobar que si en los combates previos hubo algunos muertos, mayor cantidad y de ciudadanos civiles desarmados perecieron en el alevoso bombardeo cuyo calificativo justo no encontramos en el diccionario, pero todav�a despu�s del bombardeo, cuando ya la GN dominaba la ciudad y los grupos de rebeldes hab�an huido, el ej�rcito desat� una represi�n que no da viso a concluir y que la fecha ha producido mayor n�mero de muertos que las otras dos etapas y much�simos da�os materiales que, igual que los del bombardeo, consideramos totalmente innecesarios.� 

�En los d�as posteriores al bombardeo y coincidiendo con un �xodo desesperado de gran parte de la poblaci�n, al GN, en su af�n de destruir la resistencia, rompe y destroza puertas cerradas de viviendas, alacenas y bodegas, lo mismo que muebles, buscando rebeldes o documentos y objetos comprometedores.  Varios casos conocemos de tales atropellos.  Pero a�n todav�a m�s doloroso y enardecedor resulta el hecho de que se ha organizado una verdadera cacer�a humana donde no hay capturas sino solamente muerte para j�venes varones de catorce a�os arriba por la simple sospecha, m�s bien temor, de que puedan ser rebeldes.  Horrendas masacres ha producido la acci�n de los militares que present�ndose en los diferentes lugares ametralla indiscriminadamente a la poblaci�n viril, dejando saldos de viudas y hu�rfanos faltos de protecci�n.  Lugares hay en que toda una cuadra qued� sin hombres.  Otras veces j�venes desarmados huyendo de la feroz persecuci�n marchan al campo donde son v�ctimas de la mort�fera acci�n de las patrullas militares.  En otras ocasiones y por el simple informe mal intencionado de un sopl�n, ciudadanos respetables son capturados junto con sus hijos y torturados cruelmente.  En ocasiones al no encontrar a la persona requerida, capturan a las mujeres como rehenes para obligarlos a presentarse.  Esta persecuci�n debe cesar de inmediato ya que constituye un delito de lesa humanidad y est� privando a nuestra ciudad del elemento joven, mano de obra necesaria para la reconstrucci�n y el progreso del pa�s.� 

Una denuncia sobre el fusilamiento colectivo de 22 personas en el Barrio Nuevo de Guadalupe de Le�n y cuyos cuerpos fueron enterrados en fosa com�n en un lugar denominado �La Arrocera�, dice lo siguiente: 

�El d�a 18 de septiembre de 1978, llegamos al Barrio Guadalupe de la ciudad de Le�n a un callej�n llamada �Barrio Nuevo�.  Cuando camin�bamos por una larga calle de oeste a este, notamos que los vecinos se asomaban a sus puertas y ventanas en actitud de medio y asombro, pues, creemos que era la primera vez que miraban un veh�culo circular por esa calle desde hac�a 9 d�as que hab�an permanecido encerrados, guareci�ndose de los tiroteos y bombardeos de la Guardia Nacional.  Se notaba en sus miradas una profunda tristeza y medio, que, en esos momentos nuestra mente no lograba imaginar la tragedia que hab�an sufrido.� 

�Ibamos tres personas en el veh�culo.  Nuestra gira era con el objeto de visitar al Sr. R�ger Gonz�lez B., empleado de �Prolar�, para pedirle informaci�n sobre el estado de la Compa��a que tiene sucursal en esa ciudad.� 

�La casa estaba ubicada en un peque�o callej�n de humildes viviendas que no llegan a 25 en total.  Cual fue nuestra sorpresa, que la esposa de R�ger, Josefa, de unos 24 a�os de edad, se encontraba en un estado lamentable de locura, delirando, gritando y repitiendo a cada instante el nombre su marido: R�ger...R�ger... Por qu� te fuiste?, te dije que te matar�an.., etc.  Se nos present� un se�or y comenz� a narrarnos lo que hab�a sucedido.  Desde este momento nos est�bamos dando cuenta de la suerte que les hab�a tocado.  En efecto: Amigos, nos dice el se�or.  Nos han masacrado.   Josefa est� volvi�ndose loca.  Tenemos varios d�as sin agua, no tenemos comida y lo peor es que no podemos salir a ninguna parte.� 

�Escuchen ustedes: Junto con R�ger mataron a mi hijo.  Le pedimos que se calmara y nos relatara lo que hab�a sucedido.  Se calm� un poco y nos inform� lo que �l sab�a:  El jueves 14 ven�a del lugar llamado �Chacareseca�.  En el camino escuch� un tiroteo y fuertes detonaciones a lo largo de la ciudad, aviones y helic�pteros volaban sobre Le�n.  Tuve miedo y descontinu� mi camino, que qued� en una finca.  El d�a 17 me puse en camino hacia la ciudad y tomando todas las precauciones logr� llegar a esta casa.  Mi hija menor y los vecinos me pusieron al corriente de los hechos y con ayuda de otros vecinos hemos logrado hacer una lista de las personas que fueron ametralladas impunemente.  Solamente de este callej�n hay 22 muertos de diferentes edades.  A todos los conozco bien, son gente humilde y pac�fica; estoy seguro que ninguno ha empu�ado un arma contra nadie, es m�s, la mayor�a eran padres de familia con responsabilidades de velar por sus hijos y familiares.� 

�Ese d�a (15 de septiembre) toda la gente del barrio sali� a la calle gritando: �Dice la Guardia que van a quemar todo este vecindario, que salgan todos, desocupen las casas, ya viene el bombardeo�.  Acto seguido, aparecieron varias patrullas de la Guardia disparando a las puertas y culateando las que se encontraban cerradas.  Salgan hijos de p.... Tenemos �rdenes de quemar todo esto ---repet�an los guardias demostrando el odio y altaner�a que los caracteriza.� 

�Todos los vecinos se salieron a la calle, las madres con sus ni�os en las manos y algunos ancianos ayudados por los j�venes.  Por un momento, muchos no sab�amos que hacer, pues, ten�amos miedo de cruzar la l�nea f�rrea, porque, del otro lado, en los matorrales de patios vac�os, se encontraban tendidos, todo un ej�rcito con tanquetas y tractores que nos infund�a p�nico.  Sin embargo, no nos quedaba otra alternativa y optamos por trasladarnos al otro lado de la l�nea f�rrea, antes de ser alcanzados por una bomba o las r�fagas de ametralladora que desde los helic�pteros lanzaban hacia la poblaci�n civil.� 

�De pronto un grupo de hombres gritaron. �Vamos a �La Ceiba�, una finca al otro lado del Bay Pas.  Todos salimos con esa direcci�n, iban unas ciento cincuenta personas aproximadamente.� 

�De pronto las patrullas de la Guardia salieron de entre los matorrales y nos interceptaron, dici�ndonos:  �A ver, ustedes, los hombres, entreguen los ni�os a las mujeres y sep�rense�, se�alando con la punta de los rifles, indicaban a los hombres que deb�an separarse.  Reunieron un grupo de 8 j�venes aproximadamente y les dijeron:  �Ustedes van a ir a quitar barricadas�, y se los llevaron.  Formaron otro grupo como de 25 hombres entre j�venes y viejos, los acostaron en el suelo, los registraron y de inmediato los trasladaron hacia la maleza; les pidieron que se arrodillaran y un solo guardia con todo el odio y el sadismo, descarg� su ametralladora mort�fera sobre ellos.� 

Los nombres y edades de esos j�venes asesinados son los siguientes:           

Carlos Hern�ndez 20 a�os

Gonzalo Hern�ndez   

30 a�os

Miguel Centeno   

32 a�os

Julio P�iz Barrera   

27 a�os

Flavio P�iz Barrera   

18 a�os

Clemente P�iz Barrera   

23 a�os

Pedro Vargas Alvarez   

29 a�os

Luis A. Mart�nez Alvarez   

24 a�os

Hilario Mart�nez Ram�rez   

50 a�os

Julio Lezama Alvarez   

30 a�os

Salvador V�lchez Poveda   

23 a�os

Pedro V�lchez Poveda   

17 a�os

Ernesto Luna Ruiz   

27 a�os

Gonzalo Luna Ruiz   

25 a�os

Porfirio P�iz Altamirano   

25 a�os

V�ctor Torres Pineda   

19 a�os

Pedro P�rez Padilla   

21 a�os

Luis Vargas Pajar�n   

24 a�os

R�ger Gonz�lez Berm�dez   

25 a�os

Jes�s Padilla Reyes   

19 a�os

Julio P�iz   

25 a�os

Manuel Coca Salazar   

20 a�os   

Otra denuncia recibida tambi�n en la ciudad de Le�n y la cual, como las dem�s, la Comisi�n investig�, es la siguiente: 

�Como a las cuatro de la tarde del viernes 15 de septiembre, despu�s del bombardeo a�reo que sufri� la ciudadan�a de Le�n y en especial el sector de las Fajas William cuando ven�a una escuadra de la Guardia Nacional por tierra inici�ndola una tanqueta la cual ven�a disparando sobre las casas del sector ya mencionado, es decir de las Fajas William media al norte, y detr�s de la mencionada tanqueta ven�an grupos de guardias nacionales golpeando las puertas de las casas para que les abrieran y el que no lo hac�a le ametrallaban su casa.  As� anduvieron hasta llegar a mi casa, la cual ten�a ya hecho un hoyo al penetrar un disparo de la tanqueta.  Cuando golpearon la puerta de la casa por temor les abr� la puerta, porque me requer�an que la abriera dici�ndome: abr� hijo de p...; una vez abiertas las puertas entraron a mi casa cuatro guardias nacionales.  Todos los que est�bamos en la casa nos reunimos en la sala.  Luego los guardias ordenaron que se pusieran parte las mujeres y parte los hombre, despu�s les ordenaron que salieran todos a la calle, hombre y mujeres, y en la puerta detuvieron a las mujeres.� 

�Se llevaron a los primeros tres muchachos a trav�s de la calle hasta una pared, con las manos sobre sus cabezas y ah� mismo los mataron.  Forzaron a salir despu�s a tres j�venes m�s, entre ellos mi hijo, de 18 a�os, y cuando estaban saliendo de la puerta con las manos en alto los soldados que estaban en la calle los ametrallaron en sus rostros y pechos.  Efra�n estaba gritando: �No me maten, no me maten�.  Pude milagrosamente salvarme yo y mi hijo, de 5 a�os de edad, a quien ten�a agarrado de mi mano.  En seguida me ordenaron los guardias que estaban adentro de la casa que nos par�ramos todos a la orilla de la pared apunt�ndonos con las ametralladoras que ellos portaban y dici�ndome uno de los guardias que no me iban a matar porque yo me parec�a a su se�ora, pero que le dijera donde ten�a las armas, respondi�ndole que yo no ten�a arma alguna en mi casa, y que todos los que nos encontr�bamos ah� �ramos una sola familia, incluso al que hab�an matado de nombre Efra�n, en la puerta de la casa, era hijo m�o tambi�n.� 

�Procedieron a catear la casa y a registrar roperos, c�moda y todos los objetos que hab�a y hasta el �ltimo recodo de la casa, no encontrando arma alguna hasta entonces fue que la guardia nacional desaloj� mi casa.� 

En Estel�, la Comisi�n Especial tambi�n investig� sobre el lugar de los hechos de la siguiente denuncia: 

�La Profesora Paula Ubeda de Morales, de 40 a�os aproximadamente y directora del Colegio Alfonso Cort�s, sali� acompa�ada del joven Omar Rugama a la farmacia a comprar medicamentos para su suegra.  Iban por la calle cuando una r�faga de tiros de un franco tirador de la GN que estaba en la torre de la iglesia los hiri� en las piernas, cayeron, e inmediatamente fueron a terminar de matarlos.  Despu�s de varios d�as fue cuando el esposo pudo obtener permiso de la GN para buscarla y enterrarla.  Cuando la estaban enterrando en su propia cada lleg� la Guardia.  Oblig� a varias personas que se encontraban all�, bajo sus angustiosas protestas primero a arrodillarse al lado de la fosa que hab�an cavado y despu�s a tirarse en ella.  Una se�ora les dijo:  �Pedro se�or, si yo no estoy haciendo nada.  Tenga piedad de mi muchachita�.  De nada vali�:  el primero en tirarse al hoyo fue el se�or H.L., y luego los otros.  De una vez descargaron sus ametralladoras sobre las cuatro personas, muriendo entre ellos el joven Fernando Morales, de 16 a�os, hijo de la difunta Profesora que enterraban.  Sin embargo, el se�or H.L. result� ileso y pudo salvarse para contar esta historia porque los otros cuerpos le cayeron encima.  Espero hasta que los guardias hab�an retirado y sali� para pedir auxilio y sepultar a los muertos.�

 

E.                 Muertes ocurridas despu�s de terminadas las hostilidades 

Despu�s de terminadas las operaciones militares en las ciudades m�s afectadas, alrededor del d�a 21 de septiembre, se inici� una nueva etapa en la cual se responsabiliza a la Guardia Nacional de llevar a cabo una campa�a sistem�tica de persecuci�n y muerte de j�venes de quienes se sospeche hayan tenido alguna vinculaci�n con el Frente Sandinista, o por el simple hecho de tener simpat�as por �ste. 

          Durante la visita a Nicaragua, la Comisi�n recibi� muchas denuncias sobre las muertes de numerosos j�venes, ocurridas de manos de la Guardia Nacional.  Seg�n los reclamantes, en varias ocasiones las muertes ocurrieron por el hecho de que la Guardia Nacional habr�a disparado contra grupos de j�venes que al ver llegar repentinamente los saldos se hab�an puesto a correr despavoridamente.  En otros casos, se alegaba que las personas habr�an sido sacadas de sus casas a la fuerza por la Guarida Nacional durante la noche, en la cual est� vigente el toque de queda, y en unos casos ejecutadas cerca de sus casas y dejadas en la calle y en otros, lanzados sus cuerpos en un sitio inh�spito donde tomar�an cierto tiempo en ser encontrados los cad�veres.  Asimismo, otros reclamantes expusieron a la Comisi�n algunas muertes que imputan a la Guardia Nacional, y cuyas circunstancias demostraban, seg�n ellos, la perversidad de los responsables. 

          La Comisi�n investig� un buen n�mero de estos casos, tomando contacto con los familiares de las v�ctimas, muchos de ellos testigos de los hechos, recibiendo tambi�n el testimonio de m�dicos que examinaron el estado de los cad�veres, y hablando con personas cuya investidura confiere a sus declaraciones gran credibilidad para la Comisi�n, tales como Obispos, sacerdotes, monjas, miembros de la Cruz Roja, etc.  Asimismo, la Comisi�n visit� los lugares donde ocurrieron las muertes, pudiendo notar muchos casos numerosos impactos de bala. 

          En la ciudad de Jinotepe, la Comisi�n Especial recibi� el siguiente testimonio: 

          �Una joven mujer embarazada caminaba con su esposo y peque�o hijo.  Se present� una patrulla de la Guardia Nacional y se llev� detenido al esposo.  Mientras estaba preso le sacaron un ojo, le arrancaron las u�as y la lengua con un cuchillo; le abrieron el vientre y se lo llenaron de lodo y entonces lo ametrallaron.  El m�dico que examin� el cad�ver (hab�a sido abandonado en la carretera y descubierto m�s tarde por un pariente en la morgue de Managua) encontr� que ten�a mas de 50 impactos de bala.� 

          En Diriamba, la Comisi�n Especial recibi� la siguiente denuncia: 

          �Manuel Jes�s Ribera, era un ni�o de 12 a�os, muy querido y popular en el vecindario quien llamaban �la mascota�.  Durante los combates ayud� a los sandinistas tray�ndoles recados y alimentos pero sin combatir con ellos.  Este hecho motiv� que posteriormente la Guardia Nacional lo persiguiera implacablemente llegando incluso a matar a otro ni�o a quien confundieron con �la mascota�.  En venganza, el padre del otro ni�o asesinado lo busc� hasta encontrarlo en el mercado de Diriamba y lo denunci� a la Guardia Nacional.  Solados de la Guardia lo ubicaron all� el jueves 5 de octubre, escondido en un caj�n, de donde lo sacaron y ametrallaron, mat�ndole.� 

          La muerte del ni�o Ribera fue confirmada a la Comisi�n Especial por el propio Comandante Lola de la Guardia de Jinotepe quien, a modo de explicaci�n, agreg� que �ste �ayudaba a la guerrilla.� 

          En Le�n, se recibi� el siguiente testimonio: 

          �El d�a s�bado 30 de septiembre como a las once y media de la ma�ana, en la finca �Las Delicias�, ubicada en la comarca �El Chague�, apareci� la patrulla de la GN en dos veh�culos y comandaba por el Sargento Pablo Aguilera y otro de nombre Jorge Luis, quienes en forma violenta llegaron a la finca asuntando a todos los moradores de la casa, de los cuales salieron huyendo dos muchachos en forma despavorida, creyendo que se trataba de asaltantes disfrazados de guardias, por la forma grosera y violenta con la que llegaron; esto dio lugar a que dichos agentes y la guardia desataran una balacera en contra de los dos muchachos, de nombres Y�der Vanegas Camacho, de 18 a�os de edad y Rigoberto Camacho Padilla, de 14 a�os de edad, quienes se hab�an ido a la finca buscando protecci�n en el �rea rural en vista de que en la ciudad todos los muchachos que ca�an en poder de la GN se deban por desaparecidos.  Como resultado de los disparos resultaron muertos dichos j�venes, a quienes primero les dispararon en las canillas y despu�s los mataron, en una huerta vecina, y andaban completamente desarmados los muchachos.  Les quitaron unos pocos centavos y los zapatos que ten�an.  Pr�cticamente fueron acribillados ya que presentaban disparos en todo el cuerpo, especialmente en la cabeza, habiendo sido muertos totalmente indefensos y sin haber cometido delito o falta alguna.� 

          En Managua, la Comisi�n recibi� esta denuncia: 

          �El d�a s�bado 30 de septiembre del presente a�o se encontraban departiendo unos tragos en su casa de habitaci�n a eso de las 10:30 de la noche, Jos� Daniel Jarqu�n Garc�a, de 18 a�os, soltero, de 27 a�os, soldador, con un vecino de nombre Manuel Hern�ndez Vel�squez, de 27 a�os, comerciante, casado y padre de seis ni�os, todos menores de edad, el mayor de los cuales tiene nuevo a�os y el menor dos meses; todos ellos de este domicilio.� 

          �Resulta que el termin�rsele los tragos que ten�an, dispusieron ir a comprar una botella de licor a una venta que est� situada casi enfrente de la casa, por lo que los tres cruzaron la radial Santo Domingo que es lo que separa a la casa de la verga; al estar golpeando en la puerta de la referida venta se aparecieron dos jeeps color azul de la GN, que se los llevaron con rumbo desconocido.� 

          �Al d�a siguiente domingo 1 de octubre del presente a�o, me present� en la Octava Secci�n de Polic�a que es la que corresponde al sector y no me dieron noticias de ellos.  Me present� tambi�n en la Secci�n Trece de Polic�a y tampoco me dieron informes por lo que decid� ir a la Central de Polic�a de Managua y all� me dijeron que no estaban pero que mejor los buscara en el Hospital y en la Morgue ya que si los hab�an capturado despu�s de las ocho de la noche estaban �out�.  Como a las 12:00 del d�a me present� en el local de la morgue de El Retiro y all� se encontraban Jos�, Pedro y Manuel; el encargado de la morgue me manifest� que seg�n el informe los hab�an encontrado muertos en la Cuesta del Plomo.� 

          �Los cad�veres todos estaban completamente ba�ados de balas, Jos� presentaba un orificio en la sien, y estaba casi partido por la cintura por balas de ametralladora y ambos brazos estaban quebrados; Pedro ten�a la parte superior de la cabeza completamente desbaratada y Manuel ten�a la espalda completamente llena de balas.� 

          En Masaya, la Comisi�n Especial recibi� esta denuncia: 

          �El d�a lunes 2 de octubre, a eso de las cinco y media de la tarde, cuatro personas viajaban en una camioneta marca Datsun, color rojo, con destino al poblado de Veracruz situado a 6 kil�metros hacia la izquierda del Km. 14 y medio, carretera a Masaya.  Los viajeros eran las siguientes personas: el conductor de nombre Ad�n Mart�nez Garc�a, de 31 a�os, casado, chofer; Humberto Rodr�guez Mart�nez, de 20 a�os, soltero, contador en el plantel de carreteras de Batahola, Silvia Antonia Rodr�guez Mart�nez, de 17 a�os, soltera, estudiante de la Normal de Managua y William Rodr�guez, de 13 a�os, estudiante de 6 grado en la Escuela M�ximo J�rez.  Propiamente en la entrada de Veracruz una se�ora les pidi� que le hicieran un viaje a la concepci�n (Depto. De Masaya) en lo cual convinieron.  Ya en camino hacia la Concepci�n y adelantito de Ticuantepe se descompuso la camioneta y al no poder componerla la dejaron en una casa vecina y optaron por regresare a su casa en Veracruz.  Eran como las 6:30 de la tarde.  A poca distancia se toparon con una patrulla de la Guardia Nacional que ven�a de Ticuantepe en direcci�n a la Concepci�n, la cual los detuvo a pesar de ver sus documentos de identificaci�n del trabajo, y de sus ruegos se los llev� detenidos en direcci�n a la Concha.  Al llegar a una cuesta solitaria se detuvieron y los bajaron a todos.  Pusieron a Humberto Rodr�guez Mart�nez contra un pared�n, all� dieron varios tiros que le destrozaron la cara y uno de los brazos as� como otras partes del cuerpo.  Despu�s lo ametrallaron.  Entonces le ordenaron a Ad�n que echara el cad�ver a un zanj�n.  Ad�n les dijo que s� pero les suplic� que no lo mataran a �l.  En ese instante le dispararon hiri�ndolo gravemente.  Luego le dispararon al ni�o William, pero la bala le pas� refilando la barbilla y �l se hizo el muerto, rodando hasta el fondo del zanj�n, donde le dispararon de nuevo sin herirlo.  Ad�n, que s�lo estaba herido, trat� de reincorporarse y rogaba a Dios en voz alta.  Al ver esto, los guardias le dispararon nuevamente hiri�ndolo de muerte.�. 

          �Al quererse llevar a la jovencita Silvia Antonia Rodr�guez, �sta, les suplica que la mataran all� mismo pero los guardias se la llevaron con rumbo desconocido.  Al d�a siguiente los familiares de los j�venes muertos recibieron aviso de para de William de lo que hab�a sucedido y fueron a recoger los cad�veres, los cuales enterraron el mi�rcoles 4 de octubre en la ma�ana.  Despu�s de larga b�squeda los familiares encontraron el cad�ver de la jovencita Silvia Antonia en la morgue del Retiro.  La ni�a hab�a sido ultrajada, le cortaron el pelo, ten�a los pechos cortados y estaba degollada; ten�a todo el cuerpo amoratado y ametrallado.� 

          El siguiente testimonio proviene de Estel�: 

          �El mi�rcoles 4 de octubre de 1978 por la ma�ana, en la ciudad de Estel�, desaparecieron Jos� Francisco Rugama Meza, de 41 a�os y Alfredo Altamirano P�rez, de 25 a�os, despu�s de haber sido vistos por compa�eros de trabajo que los montaron en un jeep del INSS (Instituto Nacional de Seguro Social) color celeste, sin placa, con militares a bordo.  El Sr. Altamirano fue montado frente al Comando de la Guardia Nacional y Francisco Rugama llegando al plantel de carretera a las 7 a.m., arrancando con gran velocidad con rumbo desconocido.� 

          �Fueron encontrados posteriormente muertos, el d�a lunes 9 del corriente, a 20 kms. Fuera de Estel�, ya en estado completo de descomposici�n y en parte comidos de los animales, mostrando haber sido torturados y despu�s baleados en la cabeza y todo el cuerpo, siendo testigos la Cruz Roja y el m�dico forense.  Fueron incinerados posteriormente.  Tambi�n fueron despojados de prendas y dinero (reloj, anillo de matrimonio, cadena, etc.)� 

          Obran en poder de la Comisi�n numerosas otras denuncias y testimonios de muertes imputadas a la Guardia nacional ocurridas despu�s del t�rmino de las hostilidades.  La Comisi�n al citar s�lo algunos ejemplos ha querido se�alar la magnitud con que este fundamental derecho a la vida ha sido reiteradamente violado en Nicaragua.

 

F.                 Situaci�n de los campesinos desaparecidos 

Durante su observaci�n �in loco� la Comisi�n Especial fue informada del hecho de que 321 campesinos, detenidos por la Guardia Nacional, desaparecieron, presumi�ndose su muerte.  Tal hecho, en concepto de la Comisi�n, constituye una grav�sima violaci�n al derecho a la vida, la cual, adem�s, no ha sido investigada ni por el Gobierno ni por la Justicia de Nicaragua, la que no ha adelantado ning�n proceso a pesar de las reiteradas, p�blicas y conocidas denuncias que se han formulado.

 

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1 /         El Art�culo I de la Declaraci�n Americana de los Derechos y Deberes del Hombre dice: �Todo ser humano tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona�.

 

2 /            Seg�n cifras del Gobierno, obtenidas por la Comisi�n, la Guardia Nacional sostuvo un total de 52 muertos y 156 heridos.  En cuanto a las bajas del F.S.L.N., la Comisi�n no cuenta con los datos necesarios para ofrecer un estimado.

3 /            El Art�culo 3 de dicha Convenci�n se�ala:  �En caso de conflicto armado sin car�cter internacional y que surja en el territorio de una de las Partes contratantes, cada una de las Partes contendientes tendr� obligaci�n de aplicar por lo menos las disposiciones siguientes:

 

1)                  Las personas que no participen directamente en las hostilidades, incluso los miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas que hayan quedado fuera de combate por enfermedad, heridas, detenci�n, o por cualquier otra causa, ser�n tratadas, en todas circunstancias, con humanidad, sin distinci�n alguna de car�cter desfavorable basado en nacimiento o la fortuna, o cualquier otro criterio an�logo.

 

A tal efecto, est�n y quedan prohibidos, en todo tiempo respecto a las personas arriba aludidas:

 

a)                  La toma de rehenes;

b)                  La toma de rehenes;

c)                   Los atentados a la dignidad personal, especialmente los tratamientos humillantes y degradantes;

d)                  Las condenas dictadas y las ejecuciones efectuadas sin previo juicio por un tribunal regularmente constituido y dotado de las garant�as judiciales y reconocidas como indispensables por los pueblos civilizados.

 

2)                  Los heridos y enfermos ser�n recogidos y cuidados.

 

Podr� ofrecer sus servicios a las Partes contendientes cualquier organismo humanitario imparcial, tal como el Comit� Internacional de la Cruz Roja.

 

Las Partes contendientes se esforzar�n, por otra parte, por poner en vigor mediante acuerdos especiales algunas o todas las dem�s disposiciones de la presente convenci�n.

 

La aplicaci�n de las disposiciones precedentes no producir� efecto sobre el estatuto jur�dico de las Partes contendientes�.

 

 

4 /            La Convenci�n entr� en vigencia para Nicaragua seis meses m�s tarde, es decir el 27 de junio de 1954, de acuerdo con su Art�culo 153.