CAP�TULO
III DERECHO
A LA INTEGRIDAD PERSONAL
1.
Se ha denunciado a la CIDH violaciones del derecho a la integridad f�sica,
ps�quica y moral de diferentes personas, inclusive miembros de los partidos de
oposici�n, estudiantes, personas activas en las labores de la Iglesia Cat�lica,
grupos campesinos y organizaciones de trabajadores.
Estos atentados, seg�n las alegaciones, se cometen com�nmente en el
caso de los presos pol�ticos y, masivamente, en las �reas rurales del pa�s.
2.
La Constituci�n Pol�tica de El Salvador prohibe �toda clase de
tormentos� (Art. 168). La
protecci�n de este derecho a la integridad de la persona, est� contemplada
inicialmente en el C�digo Penal en el cual se se�alan como delitos las
lesiones personales, la agresi�n, la violaci�n sexual y los abusos deshonestos,
el rapto con fines er�tico-sexuales, la coacci�n y las amenazas (Arts.
170-176/192-200).
3.
Las disposiciones espec�ficas con respecto al tratamiento de personas
detenidas por las autoridades o recluidas en establecimientos penales son las
siguientes:
1) El encargado de la custodia o
conducci�n de alguna persona detenida o condenada, que cometa contra ella actos
arbitrarios o la someta a castigos disciplinarios no autorizados por los
reglamentos respectivos, ser� sancionado con prisi�n de uno a tres a�os, a no
ser que los hechos constituyan un delito m�s grave (C�digo Penal.
Art. 222).
2) Toda vejaci�n o tortura a
personas detenidas por los �rganos auxiliares en la investigaci�n de un hecho,
har� incurrir en las responsabilidades penales a que haya lugar, tanto a
quienes dieren las �rdenes como a los ejecutores materiales (C�digo Procesal
Penal, Art. 139).
3) Los funcionarios y agentes
auxiliares responder�n por las infracciones legales que cometan en el curso de
sus funciones (C�digo Penal Procesal Art. 144).
4) La ejecuci�n de las penas y
medidas de seguridad estar� exenta de torturas y de actos o procedimientos
vejatorios.
El personal penitenciario o de los centros de internaci�n que ordenare
realizar o permitir tales abusos, estar� sujeto a las medidas disciplinarias
que se determinen, sin perjuicio de la responsabilidad penal en que pudiera
incurrir (Ley del R�gimen de Centros Penales y de Readaptaci�n, Art. 5.).
4.
Los jueces de primera instancia de cada distrito, del ramo penal, est�n
encargados de la vigilancia de os centros penales (Arts. 688-689, C.P.P.).
Es su deber visitar por lo menos tres veces al a�o los establecimientos
penales (Art. 692, C.P.P.) para enterarse del trato que se da a los reos y
cerciorarse de que no sufran privaciones o incomunicaciones ilegales. Vigilan que no haya persona alguna detenida en forma ilegal
(Art. 691, C.P.P.), informan a los imputados del estado de su causa, y avisan a
los condenados respecto del fallo definitivo y la fecha del cumplimiento de su
condena (Art. 695, C.P.P.). Si
encuentra a un reo enfermo, pueden disponer su traslado a un centro de salud del
Estado o a una instituci�n particular (Art. 701, C.P.P.). B.
Tratamiento de las Personas Detenidas
5.
A pesar de la existencia de una legislaci�n adecuada para la protecci�n
de la integridad personal de los presos, muchas denuncias dirigidas a la Comisi�n
alegan que el abuso y la tortura de las personas detenidas es frecuente en El
Salvador, especialmente en el caso de los presos pol�ticos.
Para dar a conocer en resumen la naturaleza de los apremios f�sicos y
mentales que m�s se alegan, se transcribe a continuaci�n un estudio preparado
por un reclamante en base a alegaciones de varias personas ya liberadas:
Las formas utilizadas en la Guardia Nacional para deteriorar f�sica y
psicol�gicamente a los reos, consisten en:
1. POSICI�N DEL REO:
Una de las formas m�s com�nmente usadas particularmente en los per�odos
iniciales de detenci�n, o cuando no se ha determinado la conducta definitiva a
seguir con el detenido, es mantenerlo acostado en una cama met�lica y fijado a
ella por medio de esposas en manos y pies.
Esta posici�n dura pr�cticamente las 24 horas del d�a, generalmente
interrumpida s�lo por unos tres o cinco minutos en la que �l es conducido por
sus captores a los servicios sanitarios. Dada
la escasa movilidad que permite esa posici�n, combinado por una alimentaci�n
muy deficiente, el adelgazamiento es r�pidamente progresivo.
Esa posici�n, unida al hecho de mantener vendado al reo, tambi�n
conduce a una sensaci�n de impotencia, temor e inseguridad. En otras ocasiones,
cuando la �clientela es mucha y no se dispone de suficientes camas, los reos
son mantenidos acostados en el suelo, unidos entre s� por una cadena com�n, a
la cual est�n fijados por esposas y adem�s se les esposa las manos�.
Cuando los reos van a estar detenidos durante per�odos prolongados, se
les traslada a celdas sumamente peque�as de 1.50m. por 1 metro, o de 1 metro
cuadrado, donde generalmente se les libera de las esposas y se les retira la
venda. Dadas las dimensiones de �stas
y del hecho de que a veces son utilizadas por varios reos, �stos tienen que
adoptar posiciones sumamente inc�modas y da�inas para el organismo.
Generalmente el reo tiene que dormir con sus miembros inferiores,
completamente flexionados, o reclinados en la pared.
En general, para la mayor parte de los casos se utiliza una combinaci�n
de estos m�todos.
Por referencias de JUAN JOS� YANES, se sabe que en la Polic�a Nacional
se les aplica el sistema de mantenerlos parados en cajas rectangulares,
sumamente estrechas, que conducen a una �stasis de l�quidos corporales en los
miembros inferiores, p�rdida de conciencia, etc., cuya gravedad est� en relaci�n
directa con el tiempo de aplicaci�n del sistema.
2. ALIMENTACI�N:
La alimentaci�n b�sica consiste en tortillas de ma�z y frijoles; sin
embargo existen variantes. En los primeros d�as de reclusi�n generalmente se priva
completamente de alimento al reo. Posteriormente la alimentaci�n consiste en
los famosos �yo-yos�, constituidos por dos tortillas con frijoles en medio,
aunque a veces, particularmente hacia el mediod�a, suelen agregarle un poco de
arroz. Esta alimentaci�n se repite durante los tres tiempos, aunque seg�n las
condiciones pol�ticas, seg�n las condiciones de intensidad de trabajo, pueden
ser disminuidas a dos tiempos, e incluso a un tiempo: Concretamente, desde el
caso BURGONOVO a la fecha, s�lo proporcionan dos tiempos.
La situaci�n es m�s dif�cil para los que van a estar menos tiempo, es
decir para los que mantienen esposados a las camas o en el suelo, puesto que los
que ya est�n en celdas para permanecer un tiempo mayor disponen de platos para
su uso, donde la cantidad de alimento puede ser un poco mayor e incluso
ocasionalmente reciben lo que los reos llaman �la tercera palabra�, que
puede ser, o unos cinco gramos de queso, o tomatada, o un huevo cada tres meses
aproximadamente.
Nunca el reo dispone de fruta, verdura, leche o carne. La alimentaci�n
es fundamentalmente a base de hidratos de carbono.
El agua es obtenida del tanque del servicio sanitario; este tanque
permanece abierto, de manera que se encuentra la presencia de insectos y
suciedad en su interior. El que est� esposado a las camas, generalmente s�lo dispone
de agua una vez al d�a, en cambio el que est� en las celdas para largo plazo,
dispone de agua dos veces al d�a.
3. AMBIENTE.
INCOMUNICACI�N:
Ya hemos descrito las dimensiones de las celdas, agravadas seg�n el n�mero
de reos que las ocupen. Existen
algunas celdas que son completamente oscuras y cuya ventilaci�n es �nicamente
por agujeros de un cent�metro, en la puerta.
Otras celdas disponen de peque�as celos�as de unos 30 x 20 cm., desde
las cuales puede verse el mundo exterior. No
existe mobiliario.
El reo no dispone de comunicaci�n o informaci�n del mundo exterior,
excepto la que algunas veces le proporcionan los carceleros, o la de los reos
que van ingresando recientemente. Naturalmente
se desarrollan algunas formas furtivas, principalmente a base de peri�dicos
viejos que son proporcionados por los carceleros para el uso en el servicio
sanitario.
4. HIGIENE.
ENFERMEDAD:
Durante los cinco meses y medio de estancia en la prisi�n, s�lo hubo un
ba�o, por razones de higiene y dos veces m�s por diversa motivaci�n.
Una, para hacer creer que iba a ser liberado y otra hacia el d�a de la
liberaci�n. En las celdas s�lo en
una ocasi�n se pudo hacer limpieza por los mismos reos, proporcion�ndoles agua
y antis�ptico (creolina).
Si alguien se enferma es imposible obtener medicamentos. En las pocas
ocasiones que esto se logr� fue en cantidad sumamente insuficiente y a juicio
de los carceleros. La enfermedad m�s frecuente, que es la diarrea, se la tratan
los mismos reos coloc�ndose en ayudas. Otro de los problemas frecuentes con lo
que se enfrenta el reo, es la presencia de numerosas cucarachas y de algunas
parasitosis del cuerpo (ped�culosis), para lo cual tampoco es posible obtener
medicamentos.
5. TORTURAS:
Las habituales en la Guardia Nacional son los choques el�ctricos.
Los golpes son frecuentes en los interrogatorios y se realizan con
bastones de madera, cil�ndricos o planos.
Parece que el m�todo de �capucha� es m�s usado en la Polic�a
Nacional y otras instituciones.
6.
La existencia de las celdas descritas en el aludido estudio consta a los
funcionarios de la CIDH integrantes de la Comisi�n Especial que visit� El
Salvador. Despu�s de la primera inspecci�n realizada en la sede de la Guardia
Nacional en San Salvador, la Comisi�n Especial recibi� informaci�n de que hab�a
celdas secretas en ese local, extremadamente estrechas y oscuras, que se
encontraban en el tercer piso del edificio en la parte trasera y a las cuales se
sub�a por una escalera de madera. El
d�a martes, 17 de enero, los funcionarios volvieron a inspeccionar el edificio,
orientados por un dise�o del lugar y subieron por la escalera indicada.
Encontraron en aquel recinto un cuarto que correspond�a al lugar de interrogaci�n
que se les hab�a descrito. Tomaron
nota de una mesa sobre la cual hab�a unos aparatos el�ctricos que podr�an
haberse utilizado para aplicar choques como se les hab�a denunciado, y de un
espejo que aparentaba ser transparente. En
respuesta a sus preguntas se les afirm� que ese cuarto era utilizado por el fot�grafo,
afirmaci�n negada poco despu�s por el fot�grafo mismo.
Caminaron por el pasillo que, seg�n las denuncias, era usado para
mantener atados y vendados en sommiers a los detenidos, y vieron una cantidad de
sommiers, amontonados en un pasillo y tapando una puerta.
Haciendo quitar los sommiers, los funcionarios descubrieron locales cuyas
caracter�sticas correspond�an exactamente a las denunciadas celdas secretas.
Una de ellas, con puerta de hierro, med�a aproximadamente un metro por
un metro, y era completamente oscura, con las paredes cubiertas de cucarachas.
Usando una linterna el�ctrica, los funcionarios de la Comisi�n Especial
encontraron el nombre y las iniciales de algunas de las personas que se
denunciaron haber estado presas all�.
7.
Al solicit�rsele informaci�n sobre el uso de los cuartos peque�os y
celdas del tercer piso, los miembros de la Guardia Nacional que acompa�aban a
los funcionarios de la Comisi�n Especial expresaron que �stos se usaban
solamente para borrachos hasta que se les pasaba la borrachera, y que se
utilizaban para guardar explosivos que deb�an estar en la oscuridad.
8.
Para que se pueda conocer en detalle algunos de los casos en que se alega
la violaci�n de la integridad de la persona, y as� apreciar mejor las
denuncias generales de este tipo de violaci�n de los derechos humanos, se
transcriben, a continuaci�n, las partes pertinentes de algunas de las
comunicaciones recibidas hasta la fecha de la visita de la Comisi�n Especial a
El Salvador. Todas estas denuncias
se encuentran en tr�mite seg�n el procedimiento establecido para casos
individuales presentados a la Comisi�n.
1.
Caso 2806
V�ctor Manuel S�nchez Bonilla, obrero y miembro del Partido
U.D.N., fue capturado con el estudiante Alfredo El�as Orellana, el d�a
12 de octubre de 1975. Este �ltimo narra c�mo fueron tratados:
Cerca de la 1:00 p.m. se nos env�an esposados hacia San Salvador en un
jeep Willys de la Guardia Nacional custodiados por cuatro agentes y llegamos a
las 4:00 p.m. al cuartel de dicho cuerpo, donde nos obligan a desnudarnos
totalmente, nos cubren la cabeza con unas capuchas de lona, nos dan fuertes
golpes en el est�mago y nos meten dentro de celdas individuales, muy estrechas,
donde s�lo se cabe de pie. Horas m�s
tarde me sacan y vuelven a golpearme con pu�os y pies, sin preguntar nada. Me llevan a la oficina y comienzan a interrogarme sobre los
generales, me toman fotograf�as y huellas digitales y luego me encierran en la
"bartolina� de pie. No me
dan todo ese d�a agua ni comida.
Lunes 13 de octubre: Por la ma�ana me sacan y all� mismo comienzan a
golpearme. De nuevo me llevan a una
oficina y empiezan otro interrogatorio. Con
cada pregunta y cada respuesta ven�a un acompa�amiento de golpes.
Me llevaron a la bartolina hasta la tarde, despu�s de muchas horas
consumidas en este interrogatorio. Cuando
se hace el silencio con el avance de la noche se oyen incluso los peque�os
ruidos. Oigo abrir bartolinas y
sacan a alguien, luego se oyen gritos; la voz parece la de V�ctor Manuel.
En la madrugada, cuando han comenzado a entrar los ruidos de la ciudad,
abren de nuevo las bartolinas y dejan a alguien que result� ser V�ctor, quien
me cuenta que lo golpearon y le pusieron electricidad.
Ese d�a tampoco nos dan comida ni agua para beber.
Martes 14 de octubre: Me dejan en la celda todo el d�a.
A V�ctor Manuel lo sacan por la ma�ana y yo lo veo por un agujero de la
puerta, ya que he logrado quitarme la capucha.
Lo traen hasta por la tarde y me dice que lo golpearon mucho m�s y le
aplicaron m�s descargas el�ctricas. Ese
d�a tampoco recibimos agua ni comida.
Mi�rcoles 15 de octubre: Me sacan por la ma�ana y me golpearon al salir
de la bartolina. Me conducen a una
oficina y me repiten el interrogatorio del lunes, s�lo aumentando algunas
preguntas. Adem�s me quieren hacer
creer que V�ctor Manuel les ha dicho que juntos colocamos la bomba en la
Guardia Nacional de San Miguel, me abren la esposa de una mano, me dan con qu�
escribir y me dictan nombre de explosivos.
Como de costumbre, con cada pregunta y cada respuesta vienen los golpes y
ahora tambi�n las descargas el�ctricas. A
eso de las 5:00 p.m., me devuelven a la celda. V�ctor Manuel me habla para
preguntarme c�mo estoy. Hemos
pasado un d�a m�s sin agua ni comida. Van
ya cuatro d�as de ayuno.
Jueves 16 de octubre: Por la ma�ana sacan a V�ctor y le preguntan: �C�mo
haces para comer? Cerca de una hora
despu�s me sacan a m� y tambi�n me pregunta el carcelero: �C�mo haces para
comer? Le contesto que no he comido. Me
dan de comer y beber, buscan mi ropa y me hacen vestir.
Desde el domingo hemos estado desnudos, esposados y encapuchados.
Me llevan a una bartolina m�s amplia y me dejan dentro sin esposas y sin
capucha. All� encuentro a V�ctor
Manuel, quien me dice que est� muy golpeado, que le hab�an puesto los
electrodos en la boca y le dieron all� dolorosas descargas el�ctricas.
2. Caso 2807
Enrique Garzona Olivo fue detenido por la Guardia Nacional el d�a
2 de noviembre de 1975:
Desde ese primer d�a le empezaron a torturar, tanto f�sica como
moralmente; choques el�ctricos en todas partes del cuerpo hasta quedar
totalmente agotado, la capucha y las flagelaciones.
Este fue el tratamiento que le dieron todos los d�as; despu�s de las
largas sesiones de tortura le pasaban a celdas de castigo, sin ropa.
Eran celdas h�medas en las que s�lo cab�a una persona y donde no se
pod�a dormir, ni de d�a ni de noche, por su estrechez y humedad.
Entre otras torturas que le aplicaron, le hicieron pasar sin agua ni
alimentos; una vez tan s�lo en los diez d�as que estuvo preso en el cuartel de
la Guardia Nacional, le dieron un par de tortillas con sal. Esto es una amenaza
de muerte constante; le repiten a uno que �como pol�tico enemigo al gobierno,
lo que m�s le conviene a �ste es que uno muera de hambre�.
3. Caso 2891
El reclamante cita un documento publicado atribuido a Rodolfo Mariano
Jim�nez:
Yo, Rodolfo Mariano Jim�nez, fui capturado el 22 de mayo de 1976
en una agencia de alquiler de veh�culos de la Compa��a Avis en San Salvador,
por agentes de la llamada Secci�n Especial, vestidos de civil, fuertemente
armados de metralletas y en n�mero de siete, que de inmediato procedieron a
golpearme salvajemente para introducirme en un veh�culo.
Luego me condujeron al garage del cuartel general de la Polic�a Nacional
donde continuaron golpe�ndome hasta hacerme perder el conocimiento; horas despu�s,
autorizados por un oficial de la Polic�a Nacional, a quien no puede verle la
cara porque me ten�an vendado y esposado, pero que logr� verle el uniforme, me
condujeron al Cuartel General de la Polic�a de Aduana ya que ah� funciona el
Cuartel Central de la Secci�n Especial (Polic�a Pol�tica) donde me tuvieron
en calidad de secuestrado durante m�s de dos meses.
Durante ese tiempo me mantuvieron esposado de pies y manos y adem�s
inmovilizado sobre una cama, vendado de los ojos.
Ciertos d�as el trato se endurec�a, continuaban golpe�ndome mientras
estaba esposado, aplic�ndome descargas el�ctricas en diferentes partes del
cuerpo incluso en la cabeza, dobl�ndome los dedos hasta casi quebr�rmelos,
manteni�ndome desnudo algunos d�as y siempre me encontraba vendado.
Otras veces me sumerg�an la cabeza dentro del agua de los inodoros hasta
dejarme extenuado. Esto fue en
diferentes momentos de esos dos meses, entre mayo y julio.
El mismo jefe de la Secci�n Especial y Director General de la Polic�a
de Aduana, el Teniente Juan Bautista Garay, me enter� de que el Presidente
Molina estaba al tanto de mi secuestro y que el alto mando de la Fuerza Armada
iba a decidir qu� hacer con mi caso, as� pues, seg�n las palabras del
Teniente Garay, el alto mando aprueba estos procedimientos.
A finales del mes de julio fui trasladado a la Secci�n II del cuartel
general de la Guardia Nacional, siempre en San Salvador, donde despu�s de
decirme el Teniente Castillo, jefe de dicha secci�n que yo estaba completamente
en manos de ellos, que ah� de nada val�a lo que hiciera mi familia, pues jam�s
me iban a presentar a los tribunales para ser juzgado y que mi destino iba a ser
morir poco a poco, volvi�ndome loco en medio de enfermedades, incurables, me
envi� a una peque�a celda de un metro cuadrado, completamente oscura, desnudo
y esposado de los pies y con las manos esposadas hacia atr�s, de tal manera que
si me llevaban comida, no pod�a tomarla con las manos.
Tres semanas despu�s me dieron un pantal�n sucio y me pasaron a una
celda un poco m�s amplia, de 1.50 metros de largo por 0.70 metros de ancho y
con unas peque�as entradas de luz, con unas hojas de peri�dico a manera de
cama y en condiciones de higiene terriblemente malas en medio de las cucarachas
y las ratas, pero por �pocas volv�an a trasladarme a la celda peque�a, ya que
ten�an exceso de secuestrados. En
estas condiciones me mantuvieron hasta finales de enero del a�o 1977.
Por supuesto que no era yo el �nico secuestrado, ya que en la Secci�n
Especial hab�a, en el per�odo en que yo estuve, alrededor de ocho reos.
No pude verlos a todos pues me ten�an vendado y esposado y no me pod�a
mover, sino que de algunos escuch� solamente sus voces y otros logr�
distinguirlos por debajo de la venda. Pero ah� vi a uno que llamaban Neto, y
que dec�an que hab�a sido capturado en febrero del a�o 76, lo ten�an con su
esposa, ambos muy j�venes, de unos 22 a�os, y adem�s otro joven de unos 19 a�os
a quien le dec�an To�o, originarios, seg�n parec�a, de la zona de San
Vicente. Luego a principios de
julio llevaron a otros tres que hab�an sido secuestrados en Apopa y que eran
originarios del Cant�n El Rodeo. A
todos nos manten�an esposados de pies y manos, vendados y tirados en el suelo o
sobre los resortes de las camas.
Rodolfo Mariano Jim�nez fue puesto en libertad el 28 de enero de 1977
como parte de un canje realizado por el E.R.P.
4.
Caso 2892
El reclamante cita las declaraciones de Ana Guadalupe Mart�nez:
Yo, Ana Guadalupe Mart�nez, fui secuestrada el 5 de julio de 1976 en la
ciudad de San Miguel, a 150 km. De la capital, por agentes vestidos de civil, de
la Secci�n II de la Guardia Nacional desde ese momento fui sometida a
innumerables vejaciones, torturas f�sicas y sicol�gicas entre ellas choques el�ctricos
de manera selectiva tomando los principales plexos nerviosos, empezando por
electrodos en ambos lados de las caderas, luego de un tercero sobre la mano
izquierda, despu�s un cuarto electrodo en la vulva y el quinto electrodo en la
regi�n lumbar de la columna vertebral; todo esto esposada de pies y manos,
vendada de los ojos y sobre el suelo, haciendo pausas entre descarga y descarga
para interrogarme y me dec�an: �Aqu� hemos hecho hablar a los hombres, no
digamos a una mujer�; adem�s brutalmente violada por el sargento Mario
Rosales que prestaba servicio en dicha secci�n y con el conocimiento de sus
jefes. Todo el tiempo de mi
secuestro estuve aislada en una peque�a celda de dos metros de largo por 1.80
metros de ancho, a oscuras sin m�s ventilaci�n que un peque�o agujero de 5
cent�metros de di�metro. Todo el primer mes estuve vendada de ojos, esposada
de pies y manos, algunas veces completamente desnuda.
En algunos per�odos me dejaban sin comer, y cuando la condici�n f�sica
era muy mala me daban atenci�n para no dejarme morir y luego seguir interrog�ndome.
Todo el tiempo de mi secuestro fue negada a mi familia, sin ser remitida
a ning�n tribunal para formularme cargos y sin la m�nima posibilidad de juicio
y de defensores, violando las m�s elementales normas de los derechos humanos.
Aproximadamente a las tres semanas de secuestrada, el Teniente Castillo,
jefe de la Secci�n II de la Guardia Nacional, me lleg� a traer a mi celda y me
dijo que era el se�or Presidente que iba a verme pero que no lo har�a
directamente, sino que me iba a ver a trav�s de un espejo de doble cara que hab�a
en uno de los cuartos de interrogatorio. Asimismo,
a los 15 d�as de estar secuestrada lleg� el Coronel Zalda�a quien me comunic�
ser del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, a preguntarme en qu� condiciones
me encontraba. Estos hechos
demuestran que toda la camarilla gobernante del pa�s est� enterada de la
existencia de reos pol�ticos.
Se encontraban varias personas en la misma condici�n de secuestrados por
los cuerpos represivos del pa�s, entre ellos estaban hasta el momento en que yo
sal�: el doctor Carlos Madriz Mart�nez capturado el 13 de julio de 1976
y negado hasta este momento por el Gobierno de El Salvador; Juan Jos� Y��ez,
de 38 a�os, capturado en el mes de junio de 1976; Sergio Vladimir Arriaza
Chavaer�a, capturado en septiembre de 1976; fue secuestrado por agentes de
civil haci�ndose pasar por empleados de Migraci�n; Luis Bonilla,
capturado en diciembre de 1976; Lil Milagro Ram�rez Huezo, capturada en
el mes de noviembre del mismo a�o, junto con el Profesor Mario Rivera,
miembro del Consejo Directivo de ANDES (Asociaci�n de Educadores Salvadore�os)
y Ana Gilma Urquilla. A
estas dos compa�eras en el mes de enero de 1977 las pusieron en la misma peque�a
celda junto conmigo. Lil Milagros
Ram�rez, hab�a estado secuestrada tiempo atr�s en el cuartel de la Polic�a
de Aduana; all�, en dicho cuartel, esta compa�era hab�a visto 11 reos pol�ticos
acusados de pertenecer al grupo clandestino de las Fuerzas Populares de Liberaci�n
(FPL), los ten�an hacinados en una peque�a celda donde s�lo hab�a espacio
para una cama, y los manten�an esposados de manos y pies a dicha cama, unos
sobre ella y otros debajo sin posibilidades de movimiento, s�lo cuando los
sacaban a hacer sus necesidades fisiol�gicas; de un compa�ero que llamaban F�lix
y al parecer de apellido Guevara, capturado en el mes de febrero de 1976,
las �ltimas noticias que tuve de �l fueron que se encontraba en el s�tano del
cuartel central de la Polic�a Nacional y que se encontraba en condiciones f�sicas
graves y sin comida. Adem�s,
durante toda mi permanencia en el cuartel central de la Guardia Nacional
llevaban grupos de gente que las manten�an esposadas de pies y manos a camas de
hierro sin colch�n, vendados los ojos y que pasadas 3 semanas o un mes se los
llevaban; jam�s me enter� si los trasladaban a otras celdas; si eran remitidos
a tribunales formul�ndoles cargos. Fueron
alrededor de 150 capturas y los manten�an en la forma antes dicha en el
corredor del tercer piso de la Secci�n II de la Guardia Nacional.
Tambi�n quiero denunciar que me llegaron a ver dos miembros de la Polic�a
Pol�tica (Servicio Especial) de Guatemala, acompa�ados del Mayor God�nez de
la Polic�a de Hacienda. Esto demuestra la estrecha colaboraci�n y el uso de
los mismos m�todos por parte de los cuerpos represivos de ambos pa�ses.
5. Caso 2813
Despu�s de haber salido del hospital, enfermo de apendicitis, Ricardo
Antonio Mart�nez Flores, de la ciudad de San Salvador, fue secuestrado el d�a
8 de marzo de 1977, por agentes de la Polic�a Nacional, vestidos de civil.
Estuvo sometido a torturas f�sicas y psicol�gicas en un s�tano oscuro
de ese cuerpo policial, sin comer, sin agua, por siete d�as, y desnudo.
Despu�s le trasladaron a la Polic�a de la Aduana donde estuvo dos d�as
en un cuartito de 2 metros cuadrados aproximadamente, encadenado de pies y manos,
sin comer, sin agua, y sin poder hacer sus necesidades fisiol�gicas.
Fue puesto en libertad el 16 de abril de 1977.
6. Caso 2527
Reina Orellana es una campesina de 18 a�os de edad, del Cant�n
Conacaste, que fue apresada en Aguilares hacia el mes de mayo de 1977, junto con
su hijo, Carlos Ricardo, de mes y medio de edad.
El motivo de la captura de Reina Orellana fue por ser la compa�era de M�ximo
Guardado, miembro de una organizaci�n revolucionaria que fue asesinado en
la misma localidad y hacia la misma fecha.
Los detenidos fueron conducidos a la Guardia Nacional, habiendo
permanecido durante dos meses y medio, es decir, hasta el 7 de agosto de 1977;
hacia esa fecha, el ni�o Carlos Ricardo alcanz� a cumplir los 4 meses de edad.
Ellos estuvieron en una celda de aproximadamente 3 x 2 metros, con una
peque�a ventana ubicada hacia la puerta de la celda, de cerca de 40 cm. de lado,
por donde les proporcionaban alimento. Durante
los dos meses de estancia en la c�rcel, el ni�o fue alimentado exclusivamente
a base de leche materna, situaci�n que hacia los quince d�as antes de la
liberaci�n, fue bastante dif�cil, por la disminuci�n de la productividad de
la madre. Ella se aliment� durante ese per�odo exclusivamente a base de
tortillas, frijoles y arroz. En muy
escasas ocasiones le proporcionaban leche en polvo para alimentaci�n del ni�o,
que ella prefiri� tom�rsela.
En la misma celda conviv�a otro reo.
Entre ambas se encargaban de la higiene del ni�o, de lavarle la ropa,
etc., cosa que lo hac�an dentro de la misma celda, obteniendo el agua del
tanque de servicio sanitario. Durante el per�odo de estancia en la c�rcel el ni�o se
enferm� de gripe y diarrea, sin que se pudiese obtener atenci�n m�dica,
logrando �nicamente ocasionales medicamentos, a criterio de los carceleros.
7. Caso 2854
Alfredo Acosta D�az, miembro de la Directiva del Partido UPN, fue
capturado el 11 de mayo de 1977 a las seis y treinta de la ma�ana; a�n no se
hab�a levantado. Tambi�n fueron capturados el hijo de su esposa, de 17 a�os
de edad, y un hu�sped de la casa. Los
tres fueron sacados engrilletados.
Les llevaron inmediatamente a una zona de la Polic�a Nacional distante
como a 500 metros del lugar de la captura.
En este lugar fueron interrogados individualmente; no hubo ninguna
violencia. All� permanecieron hasta las 11 de la ma�ana; el Sr. Acosta fue
sacado engrilletado. Introducido a un carro, salieron con rumbo hacia San
Salvador. A las doce horas
ingresaban por el Port�n oriente del Cuartel Central de la Polic�a Nacional.
Al descender del veh�culo fue vendado de los ojos y adem�s de las
esposas le amarraron con un cordel los dedos pulgares, manteni�ndole de pie
hasta las tres de la tarde, hora en que fue llevado al lugar donde toman fotos,
huellas digitales y datos generales; luego fue conducido a un cuarto que es una
bodega; continu� vendado y esposado hasta las nueve de la noche que le sacaron
y le condujeron a una habitaci�n donde fue objeto del primer interrogatorio,
siempre vendado y esposado, el cual dur� hasta las tres de la madrugada.
No fue objeto de golpes, s�lo amenazaron matarle si no colaboraba y le
colocaron una pistola en la garganta.
El viernes 13 de mayo a las 4 de la tarde fue sacado, llev�ndole al
lugar donde le ficharon; all� le vendaron, esposaron y amarraron los pulgares y
fue conducido a un cuarto que result� ser el mismo donde estuvo el d�a 11;
aunque no ve�a se dio cuenta por ciertos objetos que al contacto le parecieron
conocidos. En este lugar fue objeto
de golpes en distintas partes del cuerpo con un objeto que parec�a yatag�n,
por supuesto sin dejarle huellas. La
tortura m�s cruel fueron los choques el�ctricos en la cabeza con alambres
amarrados en las orejas; al mismo tiempo encontr�ndose los pies desnudos en un
charco de agua con un punz�n con electricidad le maltrataban los pies, lo mismo
hac�an en el est�mago. Como a la
media hora del interrogatorio le hicieron tomar una buena cantidad de
aguardiente. Esta tortura dur� hasta como a las 8 y 30 p.m.
La peor causa de la tortura fueron las mordeduras causadas en la lengua,
al inflam�rsele no pod�a masticar por lo que pas� varios d�as sin comer el
famoso �yoyo� �nica comida que dan a los presos y que consiste en dos
tortillas peque�as con frijoles machacados.
Sin saber c�mo le result� una herida en el tobillo del pie derecho.
En ning�n momento recibi� asistencia m�dica.
No volvi� a ser torturado.
Tuvo que firmar el acta de libertad en la que dec�a que le hab�an
capturado para investigar sus actividades pol�ticas, que le devolv�an todas
sus pertenencias y adem�s que no se le hab�a maltratado en ninguna forma.
�Qu� actividades pol�ticas ten�an que investigarle y por qu� ten�an
que tenerle encerrado 52 d�as? Sus
actividades pol�ticas son conocidas p�blicamente: en 1972 fue electo Diputado
propietario por el Departamento de Santa Ana y en 1974 nuevamente fue electo
Diputado Suplente y adem�s en la fecha de su captura ten�a el cargo de
Secretario General del Partido Uni�n Democr�tica Nacionalista (UND), realiz�
varias presentaciones en televisi�n, su posici�n pol�tica la manifest� tanto
en la plaza p�blica como en el recinto de la Asamblea Legislativa y en
cualquier lugar siempre a la luz del d�a. Ha sido y es p�blica su participaci�n
pol�tica que no se puede aceptar la justificaci�n de la Polic�a Nacional que
le capturaron �para investigar sus actividades pol�ticas�.
8. Caso 2901
El d�a jueces 14 de julio de 1977, a las 3 p.m., en plena v�a p�blica,
junto con Alcides Acevedo Valladares, Rodolfo Antonio Barrera Villalta
fue capturado por tres agentes de la Guardia Nacional.
Desde el momento de la captura los agentes arremetieron contra ellos a
golpes a pu�o cerrado; despu�s que ya les hab�an golpeado les pidieron sus
documentos personales, ya teni�ndoles amarrados de los dedos pulgares.
Dichas amarraduras les han dejado una cicatriz y adormecido el dedo
pulgar del Dr. Barrera.
Se les lev� a la comandancia local de la Guardia Nacional, donde les
siguieron golpeando hasta hacerles sangrar de la boca y nariz con la culata del
fusil, y a pu�o cerrado y puntapi�s, se les despoj� de sus cosas personales,
o sea que les hacen un robo descarado; de ah� les fueron a tirar al ba�o boca
abajo en el piso, donde se orina. Ya
tirados en el piso les siguen golpeando, les pisaron los dedos que ten�an
amarrados caus�ndoles fuertes dolores que les hicieron sangrar.
Les ten�an con una fuerte vigilancia de seis agentes.
La se�ora de Barrera, desde el momento de la captura de su marido se
present� a la comandancia a preguntar sobre su captura pero dichos agentes
negaron que �l estuviera detenido en dicho cuerpo.
Se present� a la polic�a nacional; tambi�n en �ste le negaron que �l
estuviera detenido. Despu�s ella
se volvi� a presentar como a las 8 p.m. a la comandancia de la Guardia Nacional
y le volvieron a negar. Todav�a se
encontraban en dicha comandancia.
El mismo d�a de su captura les trasladaron por la noche a la capital de
San Salvador, o sea al cuartel general de la Guardia Nacional; llegaron como a
eso de las 10 p.m. Se les dej�
tirados en el piso; cuando los sacaron de la comandancia de San Vicente se les
puso dobles esposas y se les vend� los ojos.
Estando en el cuartel general de la guardia les tuvieron esposados de los
pies y esposados de las manos tras la espalda; en esos primeros cuatro d�as no
les dieron de comer ni de beber agua. Se les estuvo golpeando con mucha
frecuencia, golpes con el pu�o cerrado, puntapi�s, con la culata del fusil,
con objetos contundentes; se les amenazaba que les iban a matar, continuamente
se les dec�a. El d�a domingo por la tarde el Sr. Barrera cay� con fiebre,
perdiendo la noci�n del tiempo. Se
le hicieron heridas en los labios por falta de agua.
Amaneci� un nuevo d�a; �l ya no sab�a qu� d�a era...
Por la ma�ana de ese d�a se les sac� a interrogatorio, donde se les
sigui� golpeando a pu�o cerrado y a puntapi�s, oblig�ndoles a apostar sus
acusaciones, cuando no respond�an a sus preguntas como ellos quer�an les
golpeaban m�s en las partes ya da�adas con mayor intensidad, caus�ndoles
fuertes dolores; a todo esto todav�a no hab�an comido nada, ni de beber agua y
segu�an con los ojos vendados. Despu�s del interrogatorio se les puso choques
el�ctricos; despu�s le preguntaron al Sr. Barrera en qu� d�a estaban, les
respondi� que no sab�a porque un d�a antes hab�a ca�do con fiebre y que
adem�s ya ten�an varios d�as de no comer ni de beber agua, adem�s de todo lo
que les hab�a golpeado por varios d�as continuamente y con los ojos vendados d�a
y noche. Fue as� que ese mismo d�a por la tarde les dieron dos
tortillas de ma�z con un poco de frijoles y unos sorbos de agua.
A partir de ese d�a se les dio de comer una raci�n de dos tortillas y
un poco de frijoles, pero a veces hab�a d�as que les daban dos tiempos o un
tiempo y un poco de agua de botellas limitadamente. En cuanto al servicio, pues
a veces no les llevaban, eso originaba que se orinara en los pantalones, y
cuando se les llevaba eran esposados de las manos y vendados.
Les daban sesenta segundos para que hicieran sus necesidades y as�
esposados ten�an que asearse.
Se les vuelve a llevar a interrogatorio, se siente que est�n m�s
agresivos, se les golpea m�s por todas las partes del cuerpo especialmente en
las partes bajas, en el est�mago con puntapi�s. Le ponen una pistola al Sr.
Barrera y le dicen que le van a matar y meterle en un saco de henequ�n y
tirarle al r�o Lempa. Despu�s le
dicen que le van a sacar del pa�s; despu�s que le golpearon descalzo y semi
desnudo le ponen nuevamente choque el�ctrico continuamente.
Segu�a el cautiverio en el cuartel general de la guardia, en iguales
condiciones: vendado los ojos, esposados de las manos y de los pies, descalzos,
sin camisa, en la noche no dejaban dormir, sufr�an de fr�o, de hambre y sed,
se les golpeaba en una forma espor�dica, no dejaban que platicaran.
A veces el Sr. Barrera se arriesgaba a espiar para conocer el lugar donde
se encontraban; as� se dio cuenta que estaban en un pabell�n, que hab�a otros
reos pol�ticos en igual forma con los ojos vendados y que ten�an m�s tiempo
de estar presos, porque se les notaba que la barba les hab�a crecido mucho.
Se o�a voz de una mejor joven que la ten�an con los ojos vendados tambi�n.
Eso de espiar le cost� varias patadas en el est�mago que le causaron
fuertes dolores, o sea que le lastimaron y le dijo un agente que de nada le serv�a
espiar porque de all� no sal�a vivo.
El d�a lunes 25 de julio por la ma�ana se les separ�.
Se le orden� al Sr. Barrera que se levante y le esposan nuevamente con
las manos detr�s de la espalda. Se
le comunica que se ha decidido consignarle al cuartel general de la polic�a
nacional. Cuando ya ha bajado del
pabell�n a tierra firme le quitan la venda; eso le caus� fuertes dolores en
los ojos y ardor con la luz fuerte del sol, o sea que durante los diez d�as
vendado de los ojos le estaban causando ya da�o, y que eso pod�a dejarle ciego.
Las celdas son peque�as, con el piso h�medo, as� que para dormir se
ponen hojas de peri�dicos; para cubrirse del fr�o se cubren con pedazos de
cajas de cart�n, no se tiene ninguna ventilaci�n pero ni un rayo de sol.
Las celdas ni siquiera las fumigan una vez al a�o y se encuentra toda
clase de insectos da�inos al ser humano. Se
les da dos veces caf� pero de nombre, ya que s�lo es agua te�ida color caf�.
Se les tiene incomunicados, no pueden visitarlos amigos, compa�eros, ni
siquiera la familia, porque cuando se pregunta se les niega que est� uno
detenido en el cuartel general de la polic�a nacional.
Porque aqu� tiene m�s garant�as un criminal, un ladr�n o un
delincuente com�n, y as� lo dicen las mismas autoridades, porque ellos dicen
que un reo pol�tico es su peor enemigo. Estando
all� preso se le oblig� a cumplir 30 d�as de castigo por una falta que no hab�a
cometido, m�s 12 d�as en la guardia nacional, un total de 42 d�as de prisi�n.
9. Caso 2839
El d�a 19 de octubre de 1977 Mar�a Imelda Rivera, de 22 a�os, y
Lidia Rivera, de 10 a�os, originarias del cant�n Los Naranjos, se
hicieron presentes en la Alcald�a Municipal de Las Vueltas a solicitar las
partidas de nacimiento. En este lugar fueron detenidas por agentes de la Guardia
Nacional de ese lugar, quienes despu�s de esposarlas las condujeron a la
Comandancia de dicho lugar, en donde las desnudaron y las violaron salvajemente.
A Mar�a Imelda Rivera la viol� el cabo y dos guardias m�s y a la ni�a
de 10 a�os la violaron dos guardias. Despu�s de cometer este crimen las
amenazaron con arrancarles los pechos con un cuchillo.
Ambas son hermanas de ANTONIO RIVERA ORELLANA, quien fue capturado por la
Guardia dos d�as antes.
La ni�a ha quedado enferma de la mente y con ataques de nervios.
En la parte final del p�rrafo tercero del Art�culo XXV de la Declaraci�n
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre se se�ala que �todo individuo
tiene derecho a un tratamiento humano...�.
Por su parte, el p�rrafo tercero del Art�culo 168 de la Constituci�n
Pol�tica de El Salvador dice:
El Estado organizar� los centros penitenciarios, con objeto de corregir
a los delincuentes, educarlos, y formarles h�bitos de trabajo, procurando su
readaptaci�n y la prevenci�n de los delitos.
Leyes complementarias, por su parte, han organizado el sistema
penitenciario salvadore�o tomando en consideraci�n los preceptos
constitucionales citados.
La Comisi�n Especial con ocasi�n de su observaci�n �in loco� a El
Salvador tuvo oportunidad de visitar los siguientes sitios de detenci�n:
1.
Penitenciar�a Occidental de Santa Ana
2.
Penitenciar�a Nacional de Oriente en San Vicente
3. Centro
de Rehabilitaci�n de Mujeres, El Buen Pastor, en San Salvador
4. Guardia
Nacional, San Salvador
5. Polic�a
Nacional en San Salvador
6. Polic�a
de Hacienda en San Salvador
Para apreciar las condiciones de dichos recintos carcelarios y sitios de
detenci�n es menester hacer una distinci�n entre aquellos que se destinan a
los detenidos de car�cter pol�tico, incluyendo dentro de �stos a personas a
quienes se les imputa haber cometido actos de terrorismo, y los sitios empleados
para la reclusi�n de los delincuentes comunes.
Las celdas �llamadas bartolinas en El Salvador�que la Comisi�n
Especial observ� en la Polic�a de Hacienda y especialmente en la Guardia
Nacional �empleadas, a veces, para cortas detenciones y otras para la reclusi�n
indefinida de presos pol�ticos�2
son sitios cuyas dimensiones de un metro cuadrado no permiten a una persona
adulta acostarse sin doblar las piernas; las paredes estaban totalmente
cubiertas de cucarachas; y carecen de la m�s m�nima luz y ventilaci�n. Estas
celdas, verdaderas erg�stulas, por su exiguo tama�o, falta de luz y ventilaci�n,
carentes de las m�s m�nimas condiciones higi�nicas y aislamiento, constituyen
ciertamente un tratamiento inhumano incompatible con la Declaraci�n Americana.
En cambio, si bien los sitios de reclusi�n y detenci�n que la Comisi�n
Especial observ� en las Penitenciar�as de Santa Ana y San Vicente y en la
Polic�a Nacional tienen serias deficiencias, �stas no pueden imputarse a un
tratamiento cruel de parte de las autoridades salvadore�as sino a las
limitaciones econ�micas del pa�s. En
efecto, la Comisi�n Especial no recibi� mayores quejas de parte de los
reclusos y detenidos y constat� una buena disposici�n de parte de las
autoridades en orden a ayudar a los presos en sus problemas y dificultades.
En lo que respecta al Centro de Rehabilitaci�n de Mujeres, la Comisi�n
Especial qued� favorablemente impresionada por las condiciones materiales y
espirituales de que gozan las recluidas.
Cabe destacar por �ltimo, que en la visita efectuada por la Comisi�n
Especial al se�or Ministro de Justicia, �ste le inform� que dentro de un
corto plazo quedar� instalada, cerca de la capital una moderna c�rcel con
condiciones m�s favorables para los recluidos. D.
Denuncias de Abusos y Atrocidades en el Campo
Un gran porcentaje de las denuncias de violaci�n de la integridad de la
persona hacen referencia a desmanes y atrocidades cometidas en sectores rurales
del pa�s por miembros de la Guardia Nacional y la Polic�a de Hacienda.
Algunos reclamantes alegan que estas acciones forman parte de un plan
para intimidar a los campesinos e interferir con la organizaci�n de movimientos
laborales en el campo.
Como se ver� en el Cap�tulo V, en muchas de las denuncias referentes a
la detenci�n arbitraria y falta de proceso regular, se alegan motivos pol�ticos
y laborales relacionados con la vida econ�mica rural.
Asimismo, se ha hecho menci�n, en otros cap�tulos, de graves actos de
violencia cometidos contra campesinos y de abusos de comunidades enteras.
Aqu� se dar�n a conocer algunas denuncias de casos individuales que han
sucedido en el campo.
1. Caso 2844
El 25 de septiembre de 1977, la Polic�a de Hacienda asesin� a base de
torturas salvajes, al agr�nomo Francisco Leiva, a orillas del r�o
Chacalguaca, en el Cant�n Upatoro del Municipio de Chalatenango. Lo
sorprendieron cuando paseaba para almorzar junto con su esposa. El cad�ver
mostraba se�ales de tortura y hab�a sido castrado.
2. Caso 2628
El d�a 28 de septiembre de 1977, a las 6 a.m., miembros de la Guardia
Nacional llegaron a la casa de la viuda Justa Calder�n. Violaron a su hija, Blanca
Rivera. Un Cabo la mand�
esposar, arrastr�ndola luego de su casa hasta el monte donde se aprovech� de
ella.
3. Caso 2842
El d�a 17 de octubre de 1977, en el cant�n los Naranjos, miembros de la
Guardia Nacional saquearon la humilde tiendecita de Lidia Delgado,
campesina muy pobre que con su negocio apenas gana para sobrevivir con su
familia. Despu�s del saqueo, el
Cabo la viol� mientras sus c�mplices y sirvientes �guardaban vigilancia�
para que nadie se acercara.
4. Caso 2848
El 27 de octubre de 1977, cuatro miembros de la Guardia Nacional de las
Vueltas, bajo el mando del Cabo H�ctor Lorenzana Olmos, llegaron a la casa del
campesino Te�filo Calder�n y se dedican a machetearle los muebles, dej�ndole
partidas la cama y la hamaca. Despu�s violaron a Luc�a Calder�n y
saquearon varias casas.
5. Caso 2831
El 3 de noviembre de 1977 lleg� un grupo de cadetes del Ej�rcito de
Ocicala para llevar a cabo un registro de ese sector.
Al comenzar a registrar a unos pasajeros de un bus, un individuo dispar�
al sargento. �ste devolvi� el
fuego y lo mat�. La Guardia
Nacional declar� que el muerto hab�a sido guerrillero.
Aunque no se lo hab�a visto anteriormente en el pueblo, como
consecuencia de este incidente, el Ej�rcito ocup� el pueblo en las primeras
horas de la noche con tropas y armas pesadas.
Se hizo una b�squeda de casa en casa, de armas, Biblias y propaganda
subversiva. Primero ocuparon la Iglesia, interrumpiendo un servicio
religioso. El p�rroco Padre
Miguel Ventura, dos catequistas, Raymundo y Porfirio Argueta, y el
sacrist�n, Augusto Lobos fueron arrestados.
Ataron las manos del Padre Ventura a los hombros, colg�ndole de ellos.
En esta posici�n, le golpearon la cara y el est�mago mientras le
interrogaban. Trataron de hacerle
confesar que estaba con los guerrilleros. Durante
la interrogaci�n, los miembros de la Guardia acusaron al Arzobispo de San
Salvador, Monse�or Romero, y a los jesuitas, de ser comunistas, de estar con
los guerrilleros y de haber introducido en el pa�s el marxismo.
Dijeron repetidamente que iban a matar al Padre Rutilio S�nchez, p�rroco
de San Mart�n (a 20 kil�metros de San Salvador).
Le pegaron al sacrist�n y a los catequistas, y les quemaron los pies
durante la interrogaci�n.
6. Caso 2834
El 9 de noviembre de 1977, cuatro polic�as de Hacienda arrestaron a Justo
Mej�a. De inmediato comenzaron
a golpearle, poni�ndole en un cami�n propiedad de Enrique Cardoza, un
colaborador del Gobierno residente de Cant�n Ocotal, y llev�ndolo hacia San
Fernando. A medio camino, lo
sacaron del cami�n y empezaron a golpearle salvajemente.
Su cad�ver fue encontrado en un abismo, con los brazos y piernas rotas,
los ojos vaciados y la cabeza separada del cuerpo.
Este incidente tuvo lugar en el Departamento de Chalatenango. [ Indice| Anterior | Pr�ximo] 1 Convenci�n
Americana sobre Derechos Humanos Art�culo 5.
Derecho a la Integridad Personal 1.
Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad f�sica, ps�quica
y moral. 2.
Nadie debe ser sometido a torturas ni a penas o tratos crueles,
inhumanos o degradantes. Toda
persona privada de libertad ser� tratada con el respeto debido a la
dignidad inherente al ser humano. 3.
La pena no puede trascender de la persona del delincuente. ... 6.
Las penas privativas de la libertad tendr�n como finalidad esencial
la reforma y la readaptaci�n social de los condenados. 2 Se usa en este Informe la expresi�n �presos pol�ticos� en el sentido de personas privadas de libertad bajo acusaci�n de infracci�n de las leyes internas sobre Seguridad del Estado y otros conceptos similares. Estas personas son generalmente detenidas sin que se les presente una orden escrita emanada de autoridad competente y a quienes se les niega el debido proceso legal. |