DISCURSO DEL DR. JOSÉ ZALAQUETT

PRESIDENTE DE LA COMISIÓN INTERAMERICANA  DE DERECHOS HUMANOS

EN LA INAUGURACIÓN DEL 119º PERÍODO ORDINARIO DE SESIONES

 

Lunes, 23 de febrero de 2004

Washington, D.C.

 

 

Señor Presidente del Consejo Permanente de la OEA, Paul Durand, señor Enrique Lagos, Subsecretario de Asuntos Jurídicos de la OEA, distinguidos representantes de los Estados miembros de la Organización y observadores.  Estimados colegas, señoras y señores:

 

Tengo el honor de dirigirme a ustedes, en mi carácter de Presidente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en esta ceremonia inaugural de nuestro 119º período ordinario de sesiones. Es un gusto contar en esta oportunidad con la presencia de mis colegas: Clare K. Roberts, Primer Vicepresidente; Susana Villarán, Segunda Vicepresidenta y los Comisionados Evelio Fernández, Freddy Gutiérrez, Florentín Meléndez y Paulo Sergio Pinheiro.

 

Quisiera comenzar agradeciendo el apoyo de los Estados al trabajo de la Comisión Interamericana. El espíritu de cooperación que hemos encontrado en los Estados miembros de la OEA, sin duda, ha fortalecido la protección de los derechos humanos de los habitantes de nuestra América. 

 

Este es el primer período de sesiones luego de la elección de los 4 nuevos miembros en la Asamblea General celebrada en junio del año pasado. Aprovecho la oportunidad entonces, para extender mi más cálida bienvenida a nuestros nuevos compañeros que se incorporan con energía al trabajo de más de 45 años de esta Comisión.

 

La Comisión tiene previsto un intenso programa de actividades para las sesiones ordinarias que se inician hoy.  Como es habitual, dedicaremos la mayor parte de nuestro trabajo al estudio y consideración de informes sobre peticiones y casos individuales, respecto de distintos países del Hemisferio que se hallan en las etapas de admisibilidad, solución amistosa, fondo o decisión de envío a la Corte Interamericana de Derechos Humanos.  Durante la segunda de las tres semanas de sesiones, la Comisión ha convocado a más de 50 audiencias sobre casos y peticiones en las etapas mencionadas.  Asimismo, recibiremos en audiencia a distintas personas, organizaciones, y representantes de los Estados miembros que presentarán información sobre la situación de los derechos humanos en el Hemisferio, ya sea con carácter general o sobre algún derecho o tema específico de la competencia de la Comisión.

 

Partiendo de un análisis de la situación actual de los derechos humanos en el Hemisferio y de las diversas formas de fortalecer el sistema interamericano como mecanismo fundamental para dar respuesta a las crecientes necesidades de la región en esta materia, la Comisión Interamericana ha iniciado un proceso de reflexión. En años anteriores, se ha referido un análisis de los diversos problemas de derechos humanos, políticos y prácticos en el Hemisferio, reconociendo fortalezas y desafíos pendientes. Desde nuestra historia de trabajo en materia de derechos humanos, reconocemos hoy nuevos desafíos, entre los que se cuentan principalmente la vigencia del Estado de Derecho en nuestros países y la protección efectiva de los derechos económicos, sociales y culturales.

 

En este sentido y como hemos señalado, la democracia y el Estado de Derecho constituyen condiciones necesarias para lograr la vigencia y el respeto de los derechos humanos en las sociedades democráticas. De acuerdo con la Carta Democrática Interamericana, son elementos esenciales de la democracia representativa, entre otros, el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de Derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos. Asimismo, son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa.(Carta Democrática Interamericana, artículos 4 y 5).

 

Como hemos señalado, no cabe duda que el mundo ha cambiado radicalmente a partir de los eventos del 11 de septiembre de 2001. Sin embargo, muchas cosas permanecen inalteradas como la exclusión de grandes mayorías de la población del Hemisferio del disfrute efectivo de los derechos económicos, sociales y culturales. Los países que integran la Organización de los Estados Americanos, conforman la región más desigual del mundo: la exclusión de los beneficios del progreso, así como la falta de satisfacción de las necesidades básicas y a la educación, coloca a grandes sectores sociales en una situación de especial vulnerabilidad ante los ajustes estructurales y los desajustes de la economía.  La Comisión Interamericana nota, en tal sentido, que las crisis económico-sociales afectan especialmente a los sectores más vulnerables y arrasan con los niveles de vida en muchos de nuestros países, en algunos casos con preocupante impacto sobre el funcionamiento de las instituciones del Estado y el imperio de la ley.

 

Ante esta situación, el sistema debe reflexionar acerca de cómo responder más eficientemente. Nuestra reflexión, iniciada hace un tiempo desde la Comisión, seguirá con la Corte Interamericana, y planea incorporar a todos los actores del sistema, incluyendo a los Estados, académicos e integrantes de la sociedad civil. Buscamos una mirada estratégica acerca del futuro del Sistema, incorporando las distintas etapas de desarrollo en los Estados y las diversas realidades, con el objeto de colaborar en el fortalecimiento de la protección de los derechos humanos, con un énfasis en la definición conceptual del Estado de Derecho y en la protección de los derechos económicos, sociales y culturales. En este sentido, el espíritu de cooperación que hemos encontrado en los Estados nos muestra que requerimos de una acción mancomunada en la elaboración de planes nacionales de derechos humanos, por ejemplo. Nuestras decisiones sobre casos individuales e informes temáticos y por países apuntan precisamente a acompañar a los Estados en la tarea de mejorar la protección de los derechos humanos. 

Este proceso de reflexión se inicia, paradójicamente, con uno de los problemas endémicos y cada vez más apremiantes de nuestro sistema; la limitación presupuestaria. La Comisión Interamericana ha recibido con entusiasmo los diversos mandatos asignados a ella por la Asamblea General y las Cumbres. Sin embargo, hacemos notar que éstos deben ir acompañados de una asignación de recursos acorde con las nuevas funciones. Dentro de este proceso de colaboración mutua con los Estados, la Comisión requiere de un aumento en los fondos, que le permita atender debidamente todas las tareas asignadas.

 

Uno de los grandes desafíos para la Comisión y para la comunidad hemisférica es cómo responder de manera ágil y efectiva en situaciones de graves violaciones de los derechos humanos. Si bien la responsabilidad principal por las crisis institucionales recae en los órganos políticos de la OEA,  la Comisión se erige como un órgano especializado en materia de derechos humanos y como tal debe utilizar sus herramientas en aras de proteger a los habitantes de América frente a violaciones de sus derechos. En este sentido, la Comisión sigue con detenimiento la situación especialmente crítica de algunos Estados de la región, y hará públicas algunas consideraciones al finalizar este período de sesiones.

 

En particular, discutiremos la invitación formulada a la CIDH para asesorar a la Misión para apoyar el proceso de paz en Colombia, recientemente establecida por el Consejo Permanente. Asimismo, seguiremos con atención la situación en Haití. Reiteramos un llamado a la solución pacífica de la crisis que ya costó más de 50 vidas y a superar, de conformidad con el derecho internacional, la crisis humanitaria que se está viviendo. 

 

No puedo concluir sin manifestar la preocupación por recientes señalamientos de altas autoridades de algunos Estados en estos últimos meses con relación a organizaciones dedicadas a la defensa de los derechos humanos. La Comisión ha observado, adicionalmente, que, en estos casos, ha existido además una tendencia manifiesta a incumplir las recomendaciones de la Comisión y de la Corte en esta materia. La amplia experiencia de la CIDH indica que las expresiones oficiales que cuestionan la labor de defensa de los derechos humanos pueden generar un grave riesgo para la vida, la integridad personal y las actividades de activistas y defensores de derechos humanos.  Este tipo de declaraciones pueden ser interpretadas por los grupos al margen de la ley como un señalamiento para cometer actos de violencia e intimidación contra los miembros de las organizaciones de derechos humanos y además, afectan seriamente la legitimidad de dichas organizaciones. La Comisión recuerda que los Estados deben contribuir a asegurar las condiciones necesarias para que las organizaciones de derechos humanos puedan desarrollar su tarea que resulta de importancia vital para la plena vigencia del Estado de Derecho. En ese sentido, la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos ha expresado en forma reiterada su respaldo a la tarea que los defensores llevan a cabo a nivel nacional y regional, y ha condenado aquellos actos que en forma  directa o indirecta impidan o dificulten su labor de promoción y protección de los derechos humanos en las Américas. 

 

Haciendo un balance de los últimos años y considerando la posibilidad de que la presente reunión sea la última bajo el actual Secretario General, quisiera destacar dos aspectos: primero, que el fortalecimiento del Sistema Interamericano en los últimos años se ha visto facilitado, en gran parte, gracias a la absoluta independencia garantizada a la Comisión por el Secretario General; independencia que encontró en los Estados un decidido apoyo. En segundo lugar, quisiera nuevamente destacar que un importante elemento de esa independencia depende del financiamiento necesario para poder desarrollar sus funciones. La Comisión Interamericana, entre 1997 y 2003, ha duplicado el número de denuncias recibidas; asimismo, sólo durante la última Asamblea General recibió 12 nuevos mandatos. A esto, desgraciadamente se suma la disminución de su presupuesto regular y la disminución de los puestos de trabajo.

 

En estas circunstancias, la Secretaría de la Comisión Interamericana ha continuado perfeccionando su gestión y todo su personal trabajando con máxima dedicación. Quiero aprovechar esta oportunidad para agradecer el compromiso, el excelente desempeño y profesionalismo tanto del Secretario Ejecutivo como de todo el equipo que trabaja incansablemente por fortalecer la protección de los derechos humanos de los habitantes de América.

 

Señor Presidente, señor Representante del Secretario General, señoras y señores representantes, estimados colegas, compañeras y compañeros de trabajo:

 

Los desafíos que se nos presentan son múltiples y requieren nuevos enfoques y  creatividad al momento de encontrar mecanismos para fortalecer el Estado de Derecho y los derechos económicos, sociales y culturales en nuestros Estados. Sin embargo, debemos resistirnos a la tentación de ver en cada desafío una ocasión que nos incite a descartar las conquistas que hemos logrado en materia de derechos humanos a lo largo de muchos años de trabajo y esfuerzos.  Quisiera destacar en tal sentido que no se ha alterado ni debe alterarse el compromiso de los Estados de respetar el orden jurídico internacional.  En efecto, las respuestas a los problemas que enfrentamos deben ser halladas en estos mecanismos internacionales y no fuera de ellos, ya que los mismos contienen las herramientas necesarias para responder a las necesidades de la seguridad y también a las de la justicia. La vigencia del Estado de Derecho es un pilar básico de una sociedad justa, que reconoce en la superación de la pobreza y el pleno respeto de los derechos humanos la esencia de la dignidad de las personas.

 

Declaro, por tanto, abierto el 119 período ordinario de sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.